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Manual para acompañar personas tristes

Por Melissa Cornejo.

Al hablar de salud mental, recibo con frecuencia las mismas dos preguntas: ‘’¿cómo acompaño a mi ser querido en un momento difícil?’’, ‘’¿qué puedo hacer para ayudarlo?’’. Escribo esto en perfecta armonía entre las dos cosas que represento en este momento: una persona triste y una persona que cursó la licenciatura en psicología clínica.

Es importante comenzar este texto aclarando que muchas veces ‘’ayudar’’ no se traduce en resolverles la vida a las personas que nos importan, quizá nuestra ayuda ni siquiera haga una diferencia evidente, así que debemos acercarnos a nuestras personas tristes con toda la humildad y toda la intención de respetar sus procesos: no depende de nosotros rescatarlas de la tristeza. No debemos frustrarnos si no vemos ‘’felicidad’’ en ellas después de nuestra asistencia o durante nuestro acompañamiento.

Dicho lo anterior, mencionaré algunos gestos que he recibido de personas queridas las últimas semanas y que han marcado la diferencia, y también mencionaré cosas que me hubiera gustado recibir y que tendré en cuenta la próxima vez que esté cerca de una persona triste y elija acompañarla. La mayoría de estos gestos no requieren una inversión económica, sin embargo, entiendo que hay personas que tienen más recursos económicos que emocionales a pesar de tener las mejores intenciones, así que mencionaré también otras formas de acompañamiento.

  1. Escucha. Escucha sin juzgar y sin interrumpir. Escucha la misma historia las veces que la persona necesite contarla.

  2. Ofrece ayuda con la limpieza, la lavandería, la cocina o la despensa.

  3.  Ayuda monitoreando la ingesta de alimentos, a veces las personas tristes olvidan comer. Hazlo desde el amor y la compasión, sin invadir y respetando su decisión de comer poco. No pongas más presión innecesaria sobre sus hombros.

  4. Cuando sea oportuno, propón planes felices, pero sencillos: ir por un café, un helado, su comida favorita, caminar en un parque.

  1. Respeta su ritmo, su tiempo, y su espacio. Si la persona no tiene energía para  responder mensajes, entiende que eso difícilmente es algo personal.

  2. Empatiza en voz alta. Hazle saber que estás de su lado y que te duele su dolor.

  3. Recuérdale que nada dura para siempre, ni su tristeza. Recuérdale que estarás ahí hasta que esto termine.

  4. Después de escucharle, comparte tus tristezas y muestra tus heridas y tu propia vulnerabilidad. Contemplarnos y experimentarnos a través del otro y sus propios dolores nos acerca y nos recuerda que no estamos solos.

Por otro lado, si sientes que la chamba emocional no es lo tuyo, o no te encuentras en un buen momento para contener y acompañar, y prefieres ayudar económicamente a la persona, puedes hacerlo aún con gestos pequeños como invitarla a cenar, preguntar si tiene algún recibo por cubrir, o si necesita comprar algún medicamento. ¿Por qué es importante mencionar este aspecto? Porque muchas veces la tristeza nos quita hasta el trabajo.

Por último, me gustaría recordar a todo aquel que lea esto, que acompañar a una persona triste no es una obligación, pero sí un privilegio.

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