top of page

Divagaciones ansiosas

Por Ankaret Alfaro

Convivir con una misma con el cariño y cuidados que nuestra cuerpa y nuestra mente merecen, dimensionar nuestros sentires y apapachar y sanar nuestras heridas puede ser un proceso doloroso cuando no sabemos habitarnos fuera de la cotidianidad, y encima tenemos miedo de lidiar con eso. En plena cuarentena el aburrimiento y el ocio me orillan a sobrepensar (me) y mi ansiedad me hace vivir con el miedo a que mi depresión vuelva mientras la angustia se manifiesta en el abuso de siestas o comida.

La paciencia no existe para mí, sufro tanta ansiedad que a veces deseo con todo poder estar bien de un momento a otro y me presiono y quiero  saltarme mi proceso y finjo tan bien que a veces me lo creo hasta que me termina agotando, me abandono y comienzo a ahogarme. El descuido de mi salud mental comienza a manifestarse físicamente como pequeñas molestias constantes en cualquier parte de mi cuerpa sin razón aparente, sólo duele, me duelo. La última vez que toqué fondo terminé bajando cuatro kilos en tres días, mi cuerpo rechazaba cualquier alimento y apenas tenía fuerza para querer tener fuerza.

Habito una cuerpa rota, usada y abandonada, y la verdad, no sé lidiar conmigo, ni cuando me tengo tiempo. Me percibo como pedazos rotos de emociones que explotan una y otra vez sin antes dejarme juntarlos por completo, mi proceso de sanación lo he sentido interminable y sobre eso a veces me siento obligada a querer quererme, a querer llenarme, a querer aceptarme, a querer transformarme, sobre todo ahora que mi entorno me grita que tengo todo el tiempo del mundo.

Pero esta ansiedad vive conmigo y tengo que abrazarla, he estado aprendiendo que si no lo hago, no se marchará, pero eso no significa que tengo que acelerar mi proceso, pues últimamente ella se mantiene encerrada conmigo añadiendo el peso de la situación, la crisis y las que se desencadenarán después, preocupaciones fuertes, constantes y reales acerca de mi salud y la de mi familia, pero tengo que escucharla y repetir después de ella qué es lo que me está doliendo porque necesito entenderla. Pero ya no quiero hacerlo sólo porque de pronto se romantizó la ansiedad y me hacen pensar que mi proceso es desagradable o incorrecto por ser tan doloroso y en ocasiones autodestructivo.

Necesito entender que mi situación de aislamiento no me obliga a acelerar procesos, ni a seguir aquellas romanizaciones burguesas sobre la cuarentena que me hagan sentir inútil y sola. No nos encontramos en ningún tipo de retiro espiritual o terapia intensiva y no necesitamos estar o vernos mejor al retornar a nuestra (ojalá transformada) cotidianidad.

Me abrazo mucho. Abrazo a quienes también tengan divagaciones ansiosas.

bottom of page