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Twitter vs Trump

Por Rodrigo Chávez

Después del asalto al capitolio que nos hizo ver cómo USA no es un país distinto ni distante al resto de América, con sus radicalidades de derecha y sus bien posicionadas personas de izquierda, mayormente mal vistas, la red social favorita del chetto naranja que se hace llamar Donald Trump le suspendió la cuenta de manera indefinida, después de esto le siguieron todas las redes sociales de uso masivo.

Desde el paquete controlado por facebook, las apps sociales de google y twitter dejaron fuera de sus plataformas para siempre al, tristemente todavía, presidente de USA, esto parecería ser un castigo justo pero la discusión giró en gran parte sobre si lo que hacían estas empresas que concentran ya un poder más certero que algunos países del mundo era o no coartar la libertad de expresión de Trump o era simplemente una consecuencia bien ganada de sus actos y sus proposiciones políticas.

Desde un punto muy personal creo que Donald Trump debería guardar silencio, pagar sus impuestos y asumir que es despreciable y al mismo tiempo creo que no deberíamos permitir que las redes sociales se blanqueen ante la luz pública de manera tan sencilla, es decir lo que sufrió Trump no es censura y no lo voy a condenar, pero tampoco deberíamos darle más poder del que ya tienen las macro empresas como twitter y facebook.

No deberíamos olvidar que hace apenas 4 años fueron precisamente estas empresas quienes a través de “sponsors” posicionaron en los votantes estadounidenses los discursos de Trump, discursos que no son distintos, que no han cambiado, no podemos decir que no era esperable que una persona obsesionada con el poder económico y con la violación sistematica de los derechos humanos no fuera un hombrecillo con infulas bastante bélicas para no soltar el poder cuando el pueblo estadounidense no estuviera ya de acuerdo con sus ideas, facebook, twitter y youtube son en parte culpables.

Ahora bien, por mucho tiempo hemos posicionado la idea de que el fascismo no tiene ni debería tener cabida en la vida pública y no deberíamos estar de acuerdo con él, digo hemos porque es un posicionamiento común entre las personas de izquierda y algunas personas consientes del centro-derecha mexicano, es por eso que resulta bastante nefasto ver a quienes han tratado de venderse en temporada electoral como progresistas y el propio presidente decir que lo que le sucedía a Trump era plena censura y habríamos de censurarla.

Desde este espacio se ha sido insistente y reiterativos que la libertad de expresión no incluye los discursos de odio y que no deberíamos justificarnos, es por esto que no comparto ni aplaudo la desmedida defensa hacía Trump, el señor al igual que los grupos extremistas que hablan de un golpe de estado en México, los anti semitas y cualquier persona que quiera pasar por encima de los derechos de las demás personas no tiene cabida, con el fascismo no se dialoga no se le escucha y mucho menos se le defiende.

Ahora, he de admitir que lo que se ha dicho del lado que defiende a Trump también tiene lugar, uno de los problemas que vimos suceder con la llegada de los medios masivos de comunicación fue un empobrecimiento del debate público, un empobrecimiento al que Sartori auguraba como punto cumbre la decadencia televisiva, si Sartori viviera hoy en el 2021  muy seguramente estaría arrepentido de lo duro que fue con la televisión en su obra “Homovidens”; según el autor los medios privados de comunicación no sólo determinaban que sí era una noticia y que no sino que además con la inclusión de la opinión “experta” determinaban que es lo que el espectador debería pensar y cómo pensarlo, esto le daba a la televisión la posibilidad de vender estos espacios de opinión como la publicidad más efectiva del mundo, era literalmente manipulación a escala inconmensurable, ¿no les suena? La opinión en México está plagada de estos mercenarios.

Quienes vivimos el ascenso de facebook y la época dorada de twitter fuimos bastante ingenuos, pues asegurábamos que las redes sociales democratizaban la conversación sin ver, por ejemplo, el sesgo profundo de clase que estos instrumentos tienen per se , fueron estas redes sociales con sus algoritmos tan exactos los encargado de agrupar por ejemplo a la “legión holk” en México, un grupo de adolescentes latinoamericanos con actitudes similares a los incel que fue baneado de la plataforma después del tiroteo en la escuela de Nuevo León.

Las agrupaciones por afinidad de las empresas de internet tiene un doble propósito, el primero es el de la “experiencia”, que estipula ambicionar que los usuarios tengan una convivencia más amena y mucho más participativa y al otro lado de la moneda tenemos el dinero, si un usuario considera placentero su viaje en una red social va a quedarse más tiempo y entonces podemos vender publicidad efectiva a esa persona, este tipo de estrategia de venta no solo es maquiavélica, ha provocado tiroteos, crímenes de odio, suicidios y la presidencia de Trump, quizá ustedes sientan que la última desentona con los otros problemas pero en realidad no lo hace, los grupos supremacistas blancos, los white trash, los incel, los pro armas, el kkk y otros grupos apoyaron a Trump y se fortalecieron por algoritmos de afinidad.

Volviendo al punto de la preocupación sobre si las empresas debería poder silenciar a algún mandatario podemos recordar que el año 2018 facebook enfrentó un juicio por venta ilegal de datos a Cambridge Analytica y apenas el año pasado Facebook, Twitter y Google enfrentaron un juicio por concentrar poder desmesurado, las redes sociales se están convirtiendo en medios de manipulación masiva al servicio de los que tengan el suficiente capital para poner un mensaje, aunque ese mensaje sea peligroso y después, cuando su creación se hace irreversible tratan de ocultar su error borrándolo del mapa.

Generaron redes complejas de interconexión de grupos peligrosos que tratan de ocultar diciendo que Trump es el único problema, sabemos que no es así, las redes sociales y los medios de comunicación tienen una responsabilidad social, la quieran o no.

Ocultar a Trump no es suficiente cuando su base y sus grupos se siguen organizando, tal vez sería mejor que las redes sociales analicen los anuncios a fondo y se encarguen de hacer o difundir a quienes hacen campañas pro derechos humanos y en respeto de los mismos.  Los medios de comunicación no deberían cortar los discursos de Trump, deberían permitir que los “expertos” puedan desarticular sus argumentos.

Si el fascismo se calla, pero no se elimina, entonces el fascismo se organiza; la única forma es a través de la argumentación contundente.

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