top of page

Estaca

Por Melissa Cornejo

 

Contemplo con asombro

la frágil permanencia de las cosas.

 

Lo que un día fue delicada raíz blanca

abre paso a una punta afilada

que hiere en forma de lápiz

o daga.

 

Toda estaca fue raíz,

pero no toda raíz ha de ser arma.

 

¿Quién está detrás?

La mano que cuida y nutre,

la mano que

después de hacer brotar un árbol

lo afila y lo corrompe.

 

Si detrás de la punta del lápiz

está el escritor con miedo a la hoja en blanco,

detrás de una raíz nueva

está la persona con miedo al jarrón

—y luego la maceta—

vacío.

 

Lo suave crece lo

punzante hiere

lo afilado fue suave

alguna vez.

 

¿La punta de la daga

recuerda cuando fue principio

antes de buscar ponerle fin a la vida,

cuando con fe se aferraba

a la vida

que se colaba en forma de hilo

dorado por la ventana?

 

Me detengo frente al jarrón

lleno de raíces blancas.

El agua refleja una silueta

detrás del cristal

y me entrega la pregunta correcta:

¿la persona temporalmente atrapada

en ese florero

reconoce su condición de raíz,

o de afilado extremo?

bottom of page