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Se vale recular

Por Rodrigo Chávez

La detención del ex procurador Jesús Murillo Karam es un parte aguas en el caso Ayotzinapa. El trabajo de la comisión por la verdad y la justicia por Ayotzinapa ha sido uno de los mayores aciertos de la administración del gobierno presente, desde el último informe del subsecretario Alejandro Encinas en el que nos permitieron saber la participación del ejército en la creación de la llamada verdad histórica y el cómo el procurador plantó los elementos que horas más tarde presentaría como pruebas del terrible suceso.

La mal llamada verdad histórica no solo fue una versión oficialista fue un relato que se sostuvo gracias a la intervención de comunicadores e intelectuales que decidieron dar el espaldarazo a la mentira y que aún bajo la presión que la inminente verdad ejercía sobre ellos decidieron guardar silencio cómplice o un cínico respaldo a las autoridades.

Este cúmulo de comunicadores entre los cuáles destacan Ciro Gómez Leiva, Carlos Marín y Hector Aguilar Camín. Estos tres comunicadores no solo cobraron millonarios contratos durante la administración de Enrique Peña Nieto por ponerse a su disposición y servicio sino que aún terminado el sexenio han mantenido la narrativa de que el ex mandatario y sus allegados han sido perseguidos políticamente por la administración actual, lo cuál es cuando menos una mentira.

Desde el anuncio de las responsabilidades por el caso Ayotzinapa y el consiguiente arresto de Murillo Karam estos comunicadores que cobraron la nómina desde los pinos salieron en coro a defender al ex procurador pasando de cuándo menos la negación del hecho de haber desmentido la verdad histórica hasta las infames declaraciones de Mario Marín en el programa de Ciro en el que cínicamente exige que los padres que pidan perdón a Murillo Karam y a Tómas Cerón por haber vertido en ellos responsabilidades de lo ocurrido en la noche de Iguala.

Estas actitudes son bastante deleznables no solo porque pasan por encima del dolor de 43 familias sino porque deciden, de manera consciente, sostener una mentira que a nadie beneficia. Estos señores prefieren sostenerse en un punto de arrogancia intelectual que los deriva a negar todo atisbo de ética y de moral en pos de tratar desesperadamente de quedar como personas comprometidas con su versión y sus vínculos políticos.

Esto debe servirnos como lección a todos, uno puede verter opiniones y análisis coyunturales que por sesgo personal, afinidad o por el contexto envejecen mal. Nadie está exento de cometer errores o tropelías al hacer estos ejercicios; como diría Drexler “lo que dejo por escrito no está grabado en granito”. Y parte de esta honestidad intelectual tiene que ver con reconocer nuestros errores cuando estos ocurren.

Negarnos a la verdad no nos hace más coherentes ni más valiosos, nos convierte en necios y torpes. Hay más honor en reconocer que hemos fallado y corregir en el futuro que en caer en la vileza, no invito a estos escritores a reflexionar porque considero que no están ni dispuestos ni en posición de hacerlo pero invito a quienes lean esto a que consideren que si las personas que suelen leer no son capaces de asumir su humanidad desistan de ellos o traten con cuidado lo que de ellos emane.

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