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Lo peor ha pasado

Por Rodrigo Chávez

 

“ Lo peor ha pasado” es una frase escrita en la contratapa del cuadernillo de “Dímelo en la calle” un disco de Joaquín Sabina que vió la luz en 2002. El disco después del infarto cerebral que casi se lleva a Joaquín de este mundo y el disco que nos dejó entender que estaba de vuelta para quedarse.

 

Hoy, en la última columna del año rescato esta frase porque a unas escasas horas de que termine el 2022 creo con franqueza que: “Lo peor ha pasado”. No había podido parar a hacer un balance este año pero lo haré así cómo he reflexionado antes, ante sus ojos lectores y desde el rol que escribir me permite tener.

 

Comencemos por lo obvio, seguimos vivos. Ustedes como yo estamos acá y como dicen los familiares mayores “ya es ganancia”. No es poca cosa habernos mantenido vivos en este año, el mundo un buen día decidió que la pandemia ya había acabado y que debíamos reponer todo lo que no hicimos y vaya viajecito que nos tocó tomar. Muchos de nosotros, los locos y los solos, ya teníamos un ritmo acelerado desde antes pero este año vi a todos subirse al barco o tratar de hacerlo.

 

En los proyectos el año fue bastante duro. La revista sufrió, con honestidad, un terrible retroceso propio de las etapas de nuestros colaboradores, muchos de ellos concluyeron ya sus carreras y no pueden seguir con nosotros, no tengo más que gratitud para ellas y ellos, a Alex, Ángel, Ankaret, Elsa, Bruno, Justine el mayor de los éxitos en la nueva etapa y gracias por permitir leerlos y compartirlos. En la cuestión política se llevaron a cabo bastantes y muy duras turbulencias, a momentos estancamientos que me carcomía pero conseguimos encontrar ruta y esperamos conseguirlo.

 

La escuela ha servido de refugio desde que estoy en dónde sé que debería, lo paso con tranquilidad aunque acostumbrarme a tener que estar ahí por horarios fijos, sin posibilidad de hacer más cosas al mismo tiempo hizo un poco complicado el retorno a la presencialidad. Aunque eso sí, los amigos que me ha dejado el retomar el formato físico han sido invaluables.

 

Las amistades también sufrieron un alejamiento natural que no siento ni he sentido de mala manera sino como parte del proceso de crecimiento de todos, crecer a veces es alejarse de la raíz sin que esta se corte o maltrate, ¿no? 

 

Del amor hablamos con más calma cuando exista algo que decir.

 

La familia está bien, por fortuna. No hay nada que lamentar y hay algo que celebrar que compete a un ámbito más privado pero vaya que me ha puesto las ganas de seguir. 

 

En síntesis creo que lo peor ha pasado, hemos aprendido mucho y este año a pesar de ser frustrante, pesado y a ratos confuso me ha dejado un sabor agradable hacía el final y una claridad de que el año que viene será pesado pero interesante. No tengo más que agradecimiento a quienes nos leen y la promesa de que volveremos a publicar de manera constante, no solo yo, no solo Paolo o Bety. Habrá nuevo equipo, nuevas secciones y muchas columnas.

 

Mi amor y reconocimiento a quienes han escrito, escriben y van a escribir con nosotros pero sobre todo a ustedes, quienes nos leen. Por todo gracias.

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