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A mitad del camino

Por Rodrigo Chávez. 

El día de ayer se llevó a cabo el autodenominado AMLOFest, que no es más que la reivindicación del informe que rinde Andrés Manuel a su base política y social. Mucho puede hablarse del evento desde posturas diversas. Sobran, por ejemplo, quienes consideran una necedad innecesaria el rendir tantos informes así como habemos quienes desde lo profesional y personal lo vemos necesario.

El AMLOFest de este año fue el primero al que, en calidad de ciudadano, acudí. Con una visión crítica; pero sobre todo sociológica puedo afirmar que este tipo de eventos no sólo son interesantes sino necesarios y le pido estimadx lector o lectora que me permita explicar por qué.

Comencemos por el hecho de la apropiación del espacio público, un tema no menor que bien valdría una tesis entera sobre cómo este suceso es fundamental en los procesos sociales y políticos de cualquier país. Siguiendo esa idea podemos asegurar que cuando un grupo de personas toma las calles convencidos de una idea; el espacio público se convierte en un medio a través del cual la lucha ideológica se va librando. En este caso podemos decir abiertamente que el evento de ayer se enmarca en un movimiento político cuyo cimiento ideológico aún cojea y por lo cuál la apropiación del espacio público es, no sólo una demostración de músculo, sino una necesidad para afianzar la cohesión de un movimiento que a ratos parece no tener futuro claro.

Desde un punto personal puedo decir que en mis 25 años de vida jamás tuve intención de escuchar lo que un presidente tuviera que decir, no solo me parecía burdo sino innecesario. Escuchar hablar a Andrés Manuel me resultó una experiencia imperdible pues pese a ser un acto oficial pudimos ver al Andrés Manuel militante, el hombre claro de ideas y medidas a seguir que muchas veces desaparece por la investidura.

Como en la mayoría de los informes se rindieron resultados de los 3 años de gobierno que el presidente ha desarrollado y yo me quedo con 3 ejes fundamentales:

  1. -La producción de energéticos (petroleo principalmente) para consumo doméstico sin opción a importación 

  2. La necesidad de entender la política como un medio de justicia social y no como un negocio y

  3. La necesidad de profesionalizar la política en la praxis.

Lo primero es fundamental para entender la urgencia de cambio de rumbo pues producir para exportar y con eso generar una cadena de dependencia económica ha resultado devastador para toda latinoamérica, la mayoría de los países en la región somos productores de materias o bienes primarios pero pese a la necesidad que tienen otras latitudes de nosotros son precisamente esas naciones quienes se quedan las riquezas. Para cambiar esa realidad habrá entonces que cambiar lo que ya probamos que no funciona.

El segundo punto es urgente pues como bien comentó Andrés en su discurso: "la idea de que sí llueve fuerte arriba la riqueza gotea es falsa, que se vayan al carajos con sus falacias" por mucho tiempo el beneplácito de los acaudalados no produjo más que acaparamiento y desigualdad en la sociedad, es esta desigualdad la gran responsable de la crisis de violencia en el país y al mismo tiempo de la increíble impunidad que aún existe en el país. No puede haber progreso, avance, paz ni muchas cosas si no hay justicia social y económica antes.

El tercer punto resuena aún en mi cabeza, Andrés Manuel pide a la sociedad ser políticamente activa cuando invita a votar en el ejercicio de revocación de mandato, habla de no ir al centro cuando se obtiene un cargo público y de no cometer el error que Francisco I Madero cometiera en su momento, tratar de quedar bien con dios y con el diablo no es una opción. AMLO llama entonces a definirse ideológica, política y personalmente, deja en el debate la necesidad de abandonar el pragmatismo ciego y de mantener las posturas e ideas firmes. No se puede ser de izquierda y flexibilizar las ideas para complacer a alguien, hay que ser claros y, yo agregaría, profundamente radicales. La tibieza no es sinónimo de buena gobernanza sino de mala praxis política. 

El día de ayer fue, sin lugar a dudas un vendaval de emociones, de ideas pero sobre todo de esperanza, por primera vez estuve en un zócalo lleno ante la figura de un hombre que no es más que eso; una persona cuyos ideales comparto. Por primera vez sentí mi cuerpo entero erizarse ante los 3 "viva México". Por primera vez pisé un Zócalo, me planté frente al palacio y las emociones fueron buenas. El dolor y la tristeza con las que recorrí antes esas calles no estuvo ayer.

Si quitamos del discurso el militarismo que Andrés posicionó de manera forzada hubiera sido perfecto, sin embargo la visión de la administración le debe gran parte de su ejecución a los militares y marinos, debía haber cierto tejo de gratitud. Jamás voy a aplaudir esos discursos pero puedo decir que, a mitad del camino, Andrés deja en claro que el opositor eterno sigue ahí, que el chairo incansable sí habita en palacio y que su fuerza social proviene de la claridad que tiene antes del cargo que ocupa.

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