top of page

Lo gay no quita lo misógino

Por Ángel estrada

 

 

Esta es una frase que he escuchado de muchas mujeres en repetidas ocasiones durante los últimos meses. Infortunadamente, quienes la externan tienen mucha razón. No son pocas las ocasiones en que en redes sociales como Facebook y Twitter encuentro a miembros de la comunidad gay y bisexual, principalmente, haciendo publicaciones y comentarios que resaltan por ser estúpidos y machistas; comentarios que revictimizan a las mujeres y que intentan justificar la violencia ejercida contra ellas, ya sea esta del tipo sexual, física, psicológica o de cualquier otra. 

También los he visto defender y replicar discursos de quienes se oponen al aborto, bajo el mismo esquema de justificaciones morales y religiosas cargadas con un gran toque de misoginia e ignorancia.

 

El problema, obviamente, poco o nada tiene que ver con las preferencias sexuales. El problema radica en la cultura machista en la que muchos hemos crecido desde la niñez: el hecho de que nos hayan enseñado no solo a reprimir los sentimientos propios sino también los de los demás, por ejemplo, cuando tantas veces se nos dijo que llorar era muestra de debilidad, y que tal acto era cosa "de niñas", es solo una de tantas actitudes impuestas-aprendidas en un núcleo patriarco-machista, donde el pilar de la enseñanza fue el sometimiento (primero discursivo y luego en la práctica) que debía ejercerse sobre las mujeres, por ser "débiles", "frágiles" o "inferiores". Comentarios como "se lo estaba buscando, ve cómo se viste la puta. "; "Deberían estar en sus casas con sus esposos, luego por qué les pegan."; "Solo necesitas a alguien que te coja chido para que te calmes"; "Las hubieran abortado a ustedes, pendejas feminazis.", son solo algunos ejemplos que he tenido la desdicha de leer en redes, y todos provenientes de hombres gays o bisexuales de diferentes edades. Sería bueno que nos diéramos cuenta de que aquel discurso machista y misógino que replicamos en constantes ocasiones contra las mujeres es el mismo discurso que a muchos nos limitó por largo tiempo o nos sigue limitando a ser libres de ser quienes somos; es el mismo discurso que nos criminaliza por ser gays, o bisexuales, o transexuales, etc; es el mismo discurso que luego lleva a la práctica de crímenes de odio contra la comunidad, muchos de los cuales terminan en golpizas o asesinatos; es el mismo discurso que ha traído consigo ansiedad y depresión a personas de distintas preferencias sexuales, al sentir una cruda discriminación de parte de miembros de su familia o de sus círculos cercanos; es el mismo discurso que nos ha llevado a ejercer diversos tipos de violencia contra nuestras parejas. En suma, somos machistas y misóginos al replicar tal discurso.

 

En ese sentido es necesario regresar algunas décadas atrás y tener presente en todo momento que han sido grupos feministas quienes históricamente han acompañado a la comunidad LGBTTTIQ+ en la lucha por la CONQUISTA de sus derechos. Y lo siguen haciendo: apenas hace dos días en la FIL Guadalajara 2019, en un acto de congruencia y solidaridad, un grupo de mujeres luego de hacer el performance "Un violador en tu camino", quemó varios libros que promovían las «terapias de conversión», que dicen curar la homosexualidad pero que no hacen más que ejercer tortura física y psicológica. Por eso remarco la palabra "conquista", porque debe quedarnos muy claro que los derechos nunca se pueden ni se deben pedir por favor, sino que se alcanzan con lucha y resistencia, haciendo callar discursos de odio. Y es menester recordar que la histórica lucha para conquistar los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+ y abolir dichos discursos no siempre ha sido pacífica (y en muchas partes del mundo sigue sin serlo), sino que ha dejado consigo a cientos de personas muertas, desaparecidas, golpeadas y encarceladas. Y sí, quienes lucharon (y siguen luchando) por esta, nuestra causa, también hicieron pintas, quemaron autobuses y edificios, rompieron cristales y dañaron propiedad privada. Los resultados, aunque lentos e insuficientes, pueden verse hoy, cuando hace medio siglo era impensable, por ejemplo, concebir al matrimonio igualitario como un derecho. Señalo lo anterior porque he visto a muchos hombres de la comunidad realmente espantados e indignados por las maneras de protestar de los colectivos feministas. Reacciones que, como leíste anteriormente, culmina en comentarios y descalificaciones misóginas.

 

Y es triste leer todo aquello porque uno esperaría que nuestra comunidad sintiera mayor empatía por el hecho de saber qué se siente ser discriminado y violentado por las acciones represivas propias de la estructura patriarcal. Pero además, por la deuda histórica que tenemos con dichos colectivos lo menos que se podría esperar es que respaldáramos (incluso con nuestro silencio) sus protestas y sus formas de protestar, pues solo ellas conocen y viven en carne propia el apremiante problema que es la violencia machista que las mata por ser mujeres; solo ellas saben lo desesperante que es salir a cualquier lugar con miedo de no regresar a casa.

 

El punto es, y lo puedo jurar, que lo que menos necesitan las mujeres que hoy luchan en las calles es que cualquier hombre les diga cómo deben protestar para que las autoridades volteen a verlas o para ganarse su aprobación. No tenemos ningún derecho a hacerlo, no abonamos, somos parte del problema y para no serlo más primero cerremos la boca y démosle muerte al macho que llevamos dentro.

 

Cierro: con esta columna no tengo intención alguna de violentar a la de por sí violentada comunidad LGBTTTIQ+, sino llamar a la reflexión acerca de las actitudes y comportamientos machistas que muchas veces externamos hacia las mujeres y también hacia nuestra propia comunidad. Como dije, aquello que replicamos es lo mismo que nos ha lastimado gran parte de nuestras vidas por ser gays o bisexuales. Y para terminar, me gustaría dejar tres preguntas en la mesa: ¿de verdad queremos ser como quienes nos violentan por no ser heterosexuales? ¿De verdad las mujeres y nosotros mismos somos menos que un hombre heterosexual? ¿Nos y las concebimos así?

bottom of page