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¿Nos están mintiendo?

por Ángel estrada

Era prácticamente inevitable que la epidemia de COVID-19 en México se politizara. En un país como el nuestro, donde gobierno y oposición no comulgan en casi nada, un problema de tales magnitudes necesariamente traería choques y confrontaciones, donde los segundos habrían de cuestionar al primero sobre su actuación al frente de la crisis, y el primero, a su vez, trataría de defenderse.

Desde el principio, el equipo que gestiona la actual crisis sanitaria estableció los parámetros para medir el comportamiento y la evolución de la epidemia, causada por el virus SARS-CoV-2. Uno de esos parámetros era el uso del modelo Centinela, que se trata de un programa de vigilancia epidemiológica, que utiliza la recopilación de datos que permiten hacer estimaciones sobre el comportamiento que podría tener el virus en determinada región, así como el número de personas que podrían ser afectadas.

Cada noche, en punto de las 19 horas, se reporta a través de una conferencia de prensa el número de casos confirmados (los que dieron positivo a pruebas de COVID-19), el número de casos confirmados activos (el número de contagiados por COVID-19 identificados en los últimos 14 días), el número de casos sospechosos (quienes han presentado síntomas asociados a COVID pero no han sido confirmados mediante pruebas de laboratorio), el total de casos negativos y el total de las defunciones.

En los últimos días, en medio de un contexto donde la situación se ha tornado más crítica por el creciente número de casos confirmados y de muertes (dado que nos hallamos en la Fase 3 de la epidemia), no pocos medios y personalidades del ámbito político han declarado que el gobierno de AMLO, a través del subsecretario López-Gatell, está ocultando el número real de casos y de decesos por COVID-19.

Pero analizando la información disponible, podemos hallar que tales afirmaciones son engañosas, y que han tergiversado lo dicho desde el espacio de las conferencias vespertinas durante dos meses: no se puede saber con exactitud el número real de contagiados por COVID-19 en México, y ciertamente, en ningún lugar del mundo. No es posible medirlo con exactitud porque se trata de un problema volátil, constantemente cambiante. Por eso se utilizan modelos estadísticos que hacen estimaciones, para actuar con base en ellos, y, por ejemplo, calcular cuándo y dónde podría haber problemas de saturación hospitalaria y establecer las condiciones para enfrentarlo.

El modelo de medición ya mencionado se basa en las cifras que cada estado de la república reporta a la federación. Si hay un subregistro, este también puede deberse a que los gobiernos estatales no estén reportando la totalidad de sus casos confirmados.

Se ha hecho muchísimo énfasis en que la gente se quede en casa porque puede haber personas contagiadas que no desarrollen síntomas, pero que al ser portadoras podrían contagiar a personas que sí pueden desarrollar la enfermedad, y que por su edad, o por padecer de enfermedades crónico-degenerativas podrían complicarse y requerir de hospitalización, lo cual agravaría el problema de la ocupación hospitalaria y limitaría más el número de camas disponibles.

En el caso de los decesos, para el sábado 9 de mayo se registraban 3,353 muertes por COVID-19 en el país. Adicional a ello, el medio Animal Político retomaba el reporte de 254 muertes sospechosas, es decir, aquellas defunciones de personas que presentaron síntomas de COVID-19, pero que al momento de su muerte aún no contaban con la confirmación de un laboratorio, o de aquellas a quienes no se les pudo tomar una muestra antes de fallecer.

Así, efectivamente, el número de personas contagiadas es mucho mayor que el reportado por el gobierno federal, y puede que el número de decesos también sea mayor y aún no esté documentado. Pero todo parte de un proceso de análisis de información, y, en el caso de las defunciones, de la decisión de Comités Técnicos conformados por médicos, que dictaminan, con base en evidencia científica, si las muertes sospechosas fueron o no a causa de COVID-19.

Entonces, ¿nos están mintiendo? ¿El gobierno está ocultando información? No necesariamente. Y valdría la pena preguntarnos si de verdad creemos que al gobierno le convendría ocultar información, habiendo tantos mecanismos que podrían transparentar, tanto desde adentro como desde afuera, lo que en realidad sucede. Políticamente hablando, al gobierno le conviene quedar bien parado ante esta situación, y considero que han hecho lo pertinente por dar a conocer la información como les llega. Una muestra de ello es que por primera vez se presenta a la ciudadanía un portal de datos abiertos que se pueden consultar a cualquier instante para corroborar la información presentada.

Pero aun con las dudas surgidas, tan solo hace falta revisar la información que la propia OMS y medios internacionales ponen al alcance de todas las personas. Por ejemplo, si se comparan las tasas de crecimiento de muertes en México respecto a las tasas de otros países a estas alturas de la pandemia, el crecimiento es parecido, y no ha habido un comportamiento llamémosle “atípico” respecto a lo conocido en otras latitudes. Es decir, el problema no está fuera de control como muchos afirman, o como a muchos les gustaría. Las medidas que llamaron tempranamente a la población a quedarse en casa sí han surtido efecto. La movilidad se ha reducido hasta 75% en la Ciudad de México, e indudablemente eso ha dado un gran margen de oportunidad a las autoridades, que incluso han podido gestionar la habilitación de hospitales provisionales para evitar la saturación hospitalaria, a la cual, gracias a las medidas tomadas, no se ha llegado de momento. Otro ejemplo es el tamaño de la curva de crecimiento de casos en México, que es mucho menos pronunciada que la de países como Italia, España, Estados Unidos, Brasil, Inglaterra, etc.

Se han tratado de reducir al mínimo los daños que una epidemia así podría causar. Vimos, y seguimos viendo a países de economías avanzadas sufrir ante la llegada del virus; hemos visto colapsar los sistemas de salud de España, de Italia y de regiones importantes de EEUU como Nueva York. Eso es lo que se pretende evitar en México, y el actuar de la Secretaría de Salud, en coordinación con las autoridades estatales, ha sido bastante aceptable.

La curva sigue creciendo, por la naturaleza misma de la fase en la que nos encontramos, pero podría estar creciendo mucho más. Si no se hubieran tomado las medidas a tiempo, probablemente a estas alturas todo sería un caos, una tragedia impensable. Podemos seguir evitando esto, y es necesario no relajar las medidas de distanciamiento hasta que las autoridades lo indiquen pertinente, pero no caigamos en el juego de ciertos medios y personajes que han buscado lucrar con la crisis.

***

Por ser este un espacio tan importante para mí, quiero aprovechar estas líneas finales para darles las gracias, mamá Wendy, Susi y Soco, por todo lo que me han enseñado y por todo lo que han hecho por mí a lo largo de 21 años, quizá más.

Valoro mucho que estén en cada paso que doy, por pequeño que sea, y le estaré eternamente agradecido a la vida por tenerles.

Me encantaría poder fundirme en un abrazo con ustedes hoy, poder besar su frente y decirles tantas cosas, pero confío en que más pronto de lo que imaginamos lo podré hacer, y ahí estarán.

Por lo pronto, cuídense muchísimo, por favor.

¡Feliz día! AE.

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