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Cuestionar la pornografía: punto de partida

Por Ankaret Alfaro

He escuchado a hombres heterosexuales decir que “La pornografía les ha enseñado” y sólo me hace pensar en lo mal que seguro follan y en lo deficiente (o inexistente) que es la educación sexual en nuestro país, la cual se ha visto suplida por éste tipo de contenido, que está lejos de ser educativo, pues está creado para entretener, pero como contenido mediático en éste sistema patriarcal, replica ficciones sobre relaciones violentas.

El porno es heteronormado y falocentrico, violento desde sus engranes más profundos, pues ésta industria, sobrevive explotando cuerpos, y de quienes consumen la explotación de esos cuerpos. Está muy separado de la realidad, de la satisfacción femenina y de situaciones horizontales, sanas y seguras. 

Ahora, antes de que salpiquen mi columna con lágrimas de onvre ¿se han cuestionado sobre si realmente existe una necesidad de consumir cuerpos y violencia? ¿Sobre si todo ese contenido tiene algo de sano? O ¿Qué tanto han interiorizado la violencia ejercida en ese contenido? ¿En qué medida ha afectado el porno en la construcción de satisfacción a sus deseos? ¿Es normal el gusto por la violencia, a someter y oprimir?

No satanizo ninguna práctica sexual mientras haya consentimiento de les involucrades, tomando en cuenta que una relación consensuada no es obtener sólo un “sí” explícito, sino que sobre él debe incluir ganas y deseo. Pero hay que hacer conciencia sobre los tipos de violencia con los que nos encontramos en éste espacio: puede estar directamente relacionado con trata de blancas, videos sexuales subidos sin consentimiento, pornovenganza, violaciones y explotación que se hacen pasar por trabajo...y sus respectivas consecuencias directas y hacia la sociedad ¿No es alarmante?

Por otro lado, las ideas que nos ha metido el porno a las mujeres, sobre ciertas prácticas que si no nos gustan, nos hacen creer que algo está mal con nosotras, y nos obligan o nos obligamos a hacerlo aunque no nos apetezca ni satisfaga, aunque sean prácticas humillantes, que nos objetivice y nos conviertan sólo en un medio de placer para ellos, que nos violenta y terminamos haciéndonos una idea errónea del sexo y de camino alimentando a la cultura de la violación. ¿Qué de sano o excitante tiene el ver cómo agreden a las mujeres en medio de una relación sexual? 

La gente que reproduce  practicas ficticias del porno, nos involucra en experiencias “sexuales” extrañas, incomodas, desastrosas o terroríficas, es necesario mantener comunicación y buscar la satisfacción de les involucrades, cada cuerpo es diferente, en su mayoría no se complacen en juegos falocéntricos que tienen como única meta la súper eyaculación no consensuada sobre los cuerpos que no desean ni disfrutan la acumulación de fluidos sobre sus cuerpos, matemos ésa idea que ya tienen casi como automática. Las relaciones sexuales no son penetración, exploremos mutuamente nuestros cuerpos siendo empáticxs y responsables. 

Esta columna no va dirigida  juzgar a quienes hacen trabajos sexuales en situaciones de privilegio, sino a abrir un espacio para pensar y cuestionarse sobre quienes consumen, pagan y promueven éste contenido, que se les cuelan los privilegios con tal de mantener la pornografía o la prostitución. Comencemos a abrir el dialogo sin prejuicios ni tabúes, esto sólo es un punto de partida.

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