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Una lengua común

Por Melissa Cornejo.

‘’Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,

acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.’’

-Luis García Montero.

En anteriores entregas he compartido la idea que me sirve de brújula, termómetro y anteojos a la hora de relacionarme, idea que puedo resumir en que sostengo que las personas son lugares. Y si bien eso puede explicar cuestiones interpersonales muy profundas, me parece insuficiente al abordar aspectos como la comunicación.

Hay respuestas que no pueden darse sino a través de preguntas: ¿por qué la comunicación se nos da tan bien con algunas personas?, ¿por qué existe quien entiende el significado de nuestros significantes sin más aclaraciones? Podría recurrir a los lingüistas y a los lacanianos, podría decir que en la vida encontraremos tan sólo unas cuantas personas que comparten la estructura de nuestra lengua, como si todas las palabras que hemos aprendido nos prepararan para su encuentro. Pero la respuesta parece ser más simple y quizá tenga que ver con las intuiciones y las complicidades.

Hay personas que parecen hablar nuestro idioma. Personas con las cuales no hace falta explicarnos demasiado, ni aclarar en qué sentido decimos lo que decimos, porque simplemente lo entienden. Porque no tienen vocación de malinterpretar la madeja que llevamos por lengua. Porque teniendo la oportunidad de torcer nuestras palabras, eligen no hacerlo: personas con las que no hace falta traducirnos en defensa propia.

Tú recibes la

p u r e z a 

de mi len 

                gua 

Sin per der nos

en doblajes.

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