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El regreso a la alegría

Por Melissa Cornejo.

La alegría. El regreso a ella. He hablado del proceso de perderla y el proceso de recuperarla, pero, ¿qué pasa después del retorno? ¿Se ha escrito sobre eso en algún sitio? Porque tal parece que el viaje termina donde comienza el regreso, ¿y luego? ¿O creemos que es una especie de viaje en círculo, y ya, como que ese es el único sitio en el que deberíamos o desearíamos estar.? ¿En serio creemos que existe La alegría y no muchas alegrías regadas por nuestra vida?​

Bueno, vamos despacio. El regreso. Regresamos a la alegría casi de puntitas, como cuando regresamos tarde a casa después de una fiesta y no queremos despertar a nadie. Excepto que la fiesta es un funeral, y ya todos están despiertos al regresar. Pero regresamos así, para que la bestia que llevamos dentro no se dé cuenta y no pueda estropear nuestros planes espantando a la alegría.

Y luego, a la mañana siguiente, cuando hacemos el desayuno y confrontamos a la bestia, buscamos ser conciliadores y negociamos nuestra felicidad y su caducidad, con la bestia y con el mundo, y con la bestia como embajadora del mundo. ¿Eso no nos quita la alegría? ¿Negociar la eternidad de la sonrisa, no nos la va robando de a poco? Parece.

¿Y si regresáramos a casa haciendo el ruido habitual y a la mañana siguiente hiciéramos las paces con la bestia? ¿Y si aceptáramos la caducidad de Esta alegría sabiendo que quizá mañana encontremos otra, y la que ayer se fue de casa es una distinta a la que tenemos ahora? ¿Valoraríamos más esta alegría al contemplarla como una nueva, más serena, más madura?

Hoy no tengo las respuestas, hoy vine a hacerles las preguntas a ustedes, para dejar de preguntarme a mí. Pero prometo que cuando tenga las respuestas, en caso de que mis preguntas la tengan, volveré a compartirlas.

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