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¿Para qué sirve un plurinominal?

Por Rodrigo Chávez

Cuando hablamos de la administración pública es común hacerlo desde el desconocimiento organizacional y muy seguramente desde un sentido profundo de decepción generado por la poca representación que sentimos por parte de nuestras diputadas o senadores. Incluso este desconocimiento y esta decepción se combinan bien con el desconocimiento de la historia política y los mecanismos democráticos que se han tenido que implementar en México para tratar de tener un poco más de pluralidad en el ejercicio del poder. En las últimas semanas ha surgido, nuevamente, una proclama con la que mi yo de hace algunos años habría estado de acuerdo. “Hay que desaparecer los cargos plurinominales del congreso”.

A pesar de que suena atractivo desaparecer más de 232 espacios de representación proporcional o mejor conocido como “plurinominal”. Ese solo movimiento ahorraría mensualmente 2 millones 320 mil pesos al mes al erario público sólo de los sueldos de los legisladores, a esto habría que sumar los beneficios que se otorgan, los gastos por comisiones y por equipos que integran estos espacios. Viéndolo así, por encimita resulta bastante conveniente sin embargo la intención de la representación proporcional se fundamenta en otro ambiente.

Los cargos plurinominales surgen en México en 1977 para la cámara de diputados y fue un triunfo histórico por parte de la oposición. Imaginemos la vida política en el 77, cuando el PRI ganaba elecciones aún sin realizarlas y resultaba que se llevaba “el carro completo”, México vivía algo como una autocracia dirigida por un partido, nadie ni nada podía oponerse al proyecto nacional del presidente en turno porque todos los espacios eran ocupados por sus copartidarios y se coordinaban desde la sede del partido. Conseguir la figura de representación proporcional permitió que la oposición pudiera comenzar a ocupar espacios y formar contrapesos aún perdiendo en elecciones poco claras o abiertamente robadas por el partido hegemónico.

Es a través de la representación proporcional que partidos nuevos sin mucha fuerza electoral pudieron posicionarse en su momento y construir alternativas democráticas, así lo hizo el PRD en su momento y desde luego el partido que ahora está en el poder: MORENA. Cuando MORENA se presentó a sus primeras elecciones federales sólo obtuvo acceso a la cámara a través de la representación proporcional, esto permitió que continuaran organizándose hasta conseguir la presidencia. Lo mismo hizo movimiento ciudadano y algunos partidos que han resultado ser más rémoras que partidos como lo fue el Partido Verde, Nueva Alianza o incluso los diputados del PES que quedaron sin bancada porque el partido desapareció por falta de votos.

Claro que es importante pensar o repensar las reglas de las diputaciones plurinominales, incluso proponer que la mitad de las diputaciones por esta vía pudieran provenir directamente de la ciudadanía y no solo de los partidos políticos pero no debemos pensar que desaparecer esta valiosa figura es un avance, todo lo contrario, podríamos estar abonando un terreno gris y fangoso en el que el poder de un solo partido se vuelva irrenunciable y transitemos por un retroceso sin precedentes del que muy difícilmente podríamos salir.

La mayoría de quienes impulsan estas propuestas tienen alguna especie de afinidad con el proyecto de la 4T y es lamentable que dentro de este proceso de transformación se crea con tanta certeza que mantendremos el poder eternamente, no existe nada más peligroso para un proyecto político que la arrogancia de quienes lo hacen posible y el desentendimiento del panorama político e histórico que conlleva haber ganado el poder después de ser una oposición histórica. 

Insisto en que la figura de la representación proporcional no es perfecta y ha servido para mantener privilegios y como moneda de cambio y protección a actores políticos que han dañado a la ciudadanía y a los intereses de la nación, como el caso de Osorio Chong, senador plurinominal y anterior secretario de gobernación o de Miguel Ángel Mancera, también han sido ocupados estos espacios como una mala broma política como cuando Carmen Salinas fue diputada plurinominal o el propio Romero Deschamps, ambos del PRI. La figura de la representación proporcional requiere, desde luego una serie de modificaciones de fondo y forma que permita la participación directa de la ciudadanía.

Una contrapropuesta a la desaparición de estos espacios podría ser lo planteado al interior del partido de MORENA cuyos estatutos dicen que una persona que haya ocupado un cargo bajo dicha figura no puede acceder al mismo espacio en la siguiente elección, es esto lo que no permitió que Porfirio Muñoz Ledo pudiera obtener nuevamente su curul en la cámara de diputados, pero además es importante que la fuerza de la representación proporcional no se estanque o se quede en manos de las listas partidistas, que podamos tener representantes ciudadanos que no requieran una afiliación o un alineamiento a un partido. Una combinación entre la figura de las candidaturas independientes y la representación proporcional.

De los 200 escaños a repartir podríamos comenzar por 100 no partidistas que se puedan repartir por labor ciudadana o por espacio específico de representación, es decir, si en una legislatura la comunidad LGBTTIQ+ está infrarrepresentada que una de esas diputaciones se dé para alguna persona activista de ésta comunidad, lo mismo con las mujeres, la comunidad indigena, la juventud, las personas con capacidades diferentes, incluso porqué no, soñar con una diputación de población carcelaria.

Los problemas de la democracia y los vicios de una maltrecha democracia como la mexicana no se resuelven desapareciendo oportunidades de pluralidad sino con más democracia, de no ser por los espacios de representación proporcional hoy no podríamos tener a Andrea Chávez en la cámara de diputados, una referente juvenil cuya lucha y desarrollo ha sido destacable en la legislatura. Debemos aperturar los espacios y tener siempre en mente que ante las trabas hegemónicas por obtener una representación digna es deseable transformar el sistema siempre en pos de la ciudadanía y no generando espacios aún más cooptados y cerrados para las personas.

La política no es ni debe reducirse a colores de partidos ni a servicios brindados hacía ellos, debemos anhelar que dentro de este cambio de una democracia representativa a una democracia participativa sea la ciudadanía, el pueblo, el que pueda participar con o sin partidos, con o sin militancia institucional. Es nuestro derecho acceder a estos cargos, no renunciemos a él ni permitamos que en el futuro se usen estas modificaciones en favor de quienes siempre han deseado desaparecer la pluralidad.

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