top of page

Mapa de amores

Por Ankaret Alfaro

El amor es un tema que pienso todo el tiempo, podrán decir que soy una hippie, una ilusa o una ignorante, porque no soy filósofa ni psicóloga o quien sea que se aventure a estudiarlo formalmente, pero es un tema que viene a mí de forma constante y aun así no sé cómo abordar.

Una vez salió de entre mis dedos que el amor que nos enseñaron a dar y recibir es verdaderamente perverso, a veces pienso que muchas cosas que se hacen en nombre del amor son terribles. ¿Será la retorcida idea que el capitalismo y el patriarcado ha montado y nos hemos internalizado? Amor debería ser sinónimo de libertad, de sintonizar, ¿qué cosa no se amaría más sino algo que se deja ser por sí mismo?  Aprendimos a poseer, a nombrar al amor por inercia, a aceptar amores que duelen, a buscar amores que surgen de la nada. Reproducimos ecos de dolor que nos drenan, nos cansan y nos consumen.

Solemos buscar el amor en relaciones sexoafectivas, aun sabiendo tal vez no de manera tan consiente, del amor que encontramos en hábitos, sucesos, pasiones u otras personas. Pero son amores que de alguna forma no nos bastan, que despreciamos, ignoramos y desechamos. Pienso que la constante idea de ser aprobados y valorizados a partir de nuestro físico y nuestras posesiones es algo que influye en que ignoremos el resto de nuestros amores. Pensamos; ¿Qué cosa no voy a amar más que alguien que me da constante aprobación? Aunque minimice mis emociones, aunque nunca se disculpe, aunque no tome en cuenta mis verdaderas necesidades afectivas, aunque…

Esos ‘otros’ lugares en los que también encontramos amor, de los que hablaba antes, son aquellos en donde nos atrevemos a pronunciar “te amo” y aun así los jerarquizamos y ponemos en segundo lugar cuando tenemos pareja sexoafectiva. Y no sólo hablo de personas.  Hablo de aquellos que tal vez no pueden correspondernos de forma proporcional, porque no hablan, no escuchan: su forma de correspondernos es haciéndonos trabajar en nosotros mismos y poner atención a nuestras propias necesidades para sentirnos en paz, plenas, vivas, apasionadas, plenas; son las cosas que nos hacen sentir un calorcito en nuestro interior sanándonos, pero a pesar de ser el primer contacto que tenemos con el amor, lo ignoramos porque implica trabajo y decidimos llamarlos de otra forma para quitar responsabilidad. Pienso, en el amor que encontré regando mis plantas y les hablo y les canto, y me emociona verlas crecer, verlas felices. Ellas no pueden corresponderme regándome literalmente, pero me corresponden con la forma en que me hacen sentir, la responsabilidad que implican, y sin miedo a que me señalen de loca, es algo a lo que nombro con todas sus letras, amor. (Aplica para todas nuestras pasiones, momentos, lugares y situaciones que amamos) Y sí, también encontré amor en personas con las que no tengo ningún interés sexual, ni son de mi familia. Las personas que han sido mi red de apoyo incondicional durante los últimos años, aquellas en las que no colocamos expectativa alguna, en las que descubrimos que amistad también es amar.

A todo esto, aprender a amar y a reconocer cuándo es y cuándo no es amor, implica inteligencia, es responsabilidad, es un encuentro espiritual pero con nosotros mismos, porque implica que nuestras herramientas aunque personales, sean usadas colectivamente: aprender a ceder pero también a poner límites, aprender a empatizar, a poner en práctica la ternura radical. Amar y encontrar amores es fácil si nos olvidamos de romantizaciones que producen heridas y reproducen violencias, si nos olvidamos de la idea de la aparición mágica, de la idea de poseer, si cambiamos las ideas de lo que queremos recibir a cambio del amor que damos. Si recordamos que no debe doler sino energizar, que no debe poseer sino empatizar, liberar, impulsar y sintonizar; que no es un acto de inercia, sino utopía, trabajo y cosecha.

bottom of page