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“EL DINERO NO SE COME”


 

21 días sin descanso, sin una mínima tregua, el Amazonas arde, se calcina, su esplendor y su belleza caen consumidos por las llamas, cientos de miles de hectáreas han sido reducidas a cenizas. El hogar de miles de especies sucumbe ante las ardientes llamas, el pulmón del planeta se muere. No, no muere, ¡ES ASESINADO!

 

Apenas el 2 de enero de este año Jair Bolsonaro tomó el puesto presidencial de Brasil, en medio de una crisis económica y un problema grave de corrupción que habían azotado el país. Jair Bolsonaro fue electo. 

Parecía para el pueblo brasileño una buena idea votar el bando contrario al partido de los trabajadores, luego de haberlos traicionado. Bolsonaro proviene de una corriente muy oscura, una de las derechas más conservadoras, es un militar retirado, religioso a punto crítico y un entusiasta del capitalismo Una persona dispuesta y decidida a adelgazar el estado brasileño y a dar prioridad a las necesidades de la industria privada.

 

En cuanto Bolsonaro fue nombrado presidente otorgó la jurisdicción del Amazonas al Ministerio de Agricultura, una de las instituciones brasileñas más cercanas a la cúpula económica del país sureño, hasta diciembre del año pasado el territorio del Amazonas estaba a cargo de la Fundación Nacional del Indio un espacio creado después de la dictadura militar brasileña y que buscaba pagar una deuda histórica para con los pueblos indígenas y las poblaciones autónomas del Amazonas. Es decir, el Amazonas era cuidado por quienes históricamente lo habían habitado y adquirían responsabilidades con el estado y el gobierno para preservar y cuidar el territorio, pero como hemos mencionado previamente Jair heredó una crisis económica derivada de los malos manejos de Dilma Rousseff, una crisis económica que tendría una respuesta demasiado improvisada o desalmada, depende como queramos verlo.

 

Una de las primeras declaraciones ya como presidente de Bolsonaro fue una comparativa entre los pueblos indígenas y los animales de zoológico, dijo en su discurso inicial que la protección del Amazonas hacía que ese territorio se desaprovechara y ante los problemas económicos comenzó a licitar territorios que antes estaban protegidos.

 

Adam Smith, uno de los referentes más grandes del liberalismo económico catalogo la agricultura como la única fuente de riqueza real pues con ella se generaban cosas que antes no estaban y por ende es la actividad económica más importante para las naciones. Bajo esta lógica si una nación enfrenta un problema económico debe enfocar sus principales esfuerzos en la generación de riquezas nuevas, es decir, la agricultura. Pero ¿cómo generar más agricultura en el país?, bajo la línea de pensamiento de Bolsonaro eso es sencillo, el 16% del territorio brasileño es un bosque gigantesco y para sembrar se necesitan hectáreas que se puedan aprovechar, entonces comencemos a vender la reserva brasileña del Amazonas a los agricultores, pero… en un bosque no se puede sembrar, se necesita “preparar” la tierra y esa preparación requiere quemar las hectáreas a sembrar, así es, el Amazonas brasileño se ha estado privatizando desde enero del 2019 y se ha estado quemando una parte de él para poder sembrar en esas tierras, es probable que el incendio actual haya derivado de una de estas quemas, además se reportó en meses previos la tala de zonas de reserva en el Amazonas. Las industrias brasileñas han estado explotando el terreno. 

 

El mandatario brasileño justificó en enero el cambio de jurisdicción del Amazonas con el argumento de que en él viven menos de un millón de personas y prometió llevar “civilización” a esas comunidades, ayudarlas a “avanzar”, la pregunta en enero como ahora es; ¿a qué costo señor Bolsonaro?, ¿destruyendo la reserva ecológica más diversa y encargada del 20% de la producción de oxigeno mundial?

 

El Amazonas como conjunto no sólo pertenece a Brasil. Dentro de los países más afectados además del gigante del sur son Paraguay y Bolivia quienes se han visto atacados por el mandatario brasileño, sobre todo la segunda nación porque su mandatario es de una ideología distinta a la que Bolsonaro representa. No obstante, Evo Morales es el único presidente de los 3 que abiertamente ha reconocido el tamaño del problema y ha pedido ayuda a las potencias para poder enfrentar el fuego, Rusia ha enviado aviones contra incendios a Bolivia pero no se ha podido reducir el impacto que las llamas han generado.
 

Es cierto que estos comunicados y textos no van a apagar las llamas en el Amazonas pero la indignación en redes sociales ha hecho que el G7 se pronuncie y corte los fondos para la preservación del Amazonas al enterarse de los negocios que Bolsonaro había estado haciendo. 

 

Karl Marx decía que el capitalismo tienden a matar sus 2 fuentes de riqueza, asesina al obrero por medio de la explotación y a la naturaleza por un manejo irresponsable de la misma.

 

El Amazonas no se muere, no ha estado muriendo de una manera natural, hemos sido nosotros quienes hemos estado talando sus árboles, invadiendo sus espacios y quemando sus tierras para rescatar a Brasil de su crisis económica. Hablar de un incendio en el Amazonas es exculpar a Bolsonaro de su responsabilidad en el tema, lo que sucede hoy en el Amazonas es un ecocidio, un crimen cometido por dinero.

Soy y seré siempre un creyente de la soberanía de las naciones, no busco ni pretendo injerir en la vida política de Brasil pero el Amazonas no es tema de fronteras, es tema de la humanidad y debemos de señalar a los culpables, el señor Bolsonaro ha tomado pésimas decisiones ambientales y ha establecido políticas irresponsables para la reserva ecológica más grande del mundo, les reitero a ustedes estimados lectores, ¿a qué costo Bolsonaro quieres conseguir dinero?, ¿no es acaso una locura perder la biodiversidad por conseguir espacios para ganaderías?

 

Los invito a seguir de cerca las declaraciones al respecto no de Jair, de Evo quien parece ser el único enfocado en resolver el problema, los invito a tomar acción, donar de ser posible, reducir consumo de contaminantes o de productos provenientes de lugares de reserva sin autorización y a ser una sociedad vigilante del poder, a fungir como reguladores del poder de los funcionarios.

HAY QUE RECORDAR SIEMPRE QUE, ¡EL DINERO NO SE COME, NO SE RESPIRA Y NO SE BEBE!

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