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El miedo no anda en burro

Por Rodrigo Chávez

Hace apenas dos semanas escribía en este mismo espacio cómo el valeroso pueblo cubano ha resistido por más de 60 años un criminal bloqueo económico, y cómo a pesar de las restricciones comerciales y sociales a las que se enfrentan habían conseguido posicionar la vacuna Abdala como una opción eficiente y eficaz contra la enfermedad Covid-19. Incluso hace 8 días la vacuna Soberana 2 consiguió mejores resultados en cuanto a eficacia que la propia Abdala y eso convirtió a Cuba en el primer país del mundo en tener múltiples biológicos aprobados para su uso. Cuba nos ha demostrado en los últimos 15 días lo fuerte que es un pueblo cuando tiene las prioridades claras.

Curiosamente desde el fin de semana y de manera coordinada hemos visto en medios de comunicación y en las calles de Miami grupos de cubanos que salieron a protestar contra lo que ellos llaman “dictadura”, su argumento es cuando menos ramplón sino que hasta repetitivo y de manual. Los inconformes dicen que el gobierno cubano está dejando morir al pueblo por la tercera ola de covid. Lo que olvidan, convenientemente, mencionar es que la enfermedad ha pasado con sumo control en la isla a pesar de las sanciones impuestas por el ex presidente estadounidense Donald Trump.

En plena pandemia, Trump implementó más de 100 nuevas sanciones económicas que limitaban la compra de insumos médicos y equipos de protección personal, así como de equipos tecnológicos necesarios para las Unidades de Cuidados Intensivos. A pesar de que estas restricciones están vigentes desde hace más de un año la isla resistió las dos primeras olas sin contratiempos, y si bien es cierto que los contagios han incrementado de manera estrepitosa en la isla es inmoral decir que la responsabilidad directa de esto es del gobierno cubano.

Siempre que hablamos de Cuba es importante tener en perspectiva la valía ideológica que tiene el país, pues tanto desde una perspectiva geopolítica como sociológica, la mayoría de los problemas que vemos en Cuba son problemas propios de la región, es meramente anecdótico hablar de pobreza, de violencia e incluso de represión de Estado en cualquier país de Latinoamérica, pero estos temas parecieran volverse puntos fundamentales de defensa cuando hablamos de Cuba.

Vemos, por ejemplo, en México a miembros de la ultraderecha panista salir a protestar en “defensa de los derechos humanos” frente a la embajada cubana, mientras al mismo tiempo respaldan y apoyan al gobernador Francisco Cabeza de Vaca, quien está siendo investigado en México y EEUU por narcotráfico, y quien además es gobernador del estado de Tamaulipas en el que se encontró un campo de exterminio con media tonelada de restos humanos. Por si esto no fuera suficientemente grave, la protesta panista fue un despliegue de xenofobia, homofobia y racismo en contra de los diplomáticos cubanos.

Hemos visto en nuestros flagrantes medios de comunicación relatos repetidos de un reducido grupo de manifestantes cubanos contra el gobierno de Cuba, y digo que son reducidos, pues el lunes 11 de julio juntaron apenas unas 10 personas que, aunque eufóricas y coléricas, no representaban un verdadero contrapeso a la protesta en apoyo al presidente Diaz Canel. Sin embargo y como de costumbre, esto les valió para salir en los titulares de algunos medios con intereses imperialistas y con comunicadores faltos de ética como Ciro Gomez Leiva o el propio Joaquín López Dóriga.

En redes sociales hemos visto el uso de fotos y videos de diversas latitudes tratando de magnificar las protestas que se generaron en la isla llegando incluso al absurdo de usar protestas en favor del gobierno cubano como si fueran en contra de este.

Esta actitud de los medios de comunicación, de los cubano-americanos y de los libertarios no es casualidad, por el contrario, se notan demasiado coordinados en tiempos y en ritmo como para creer que existe en ellos la más mínima pizca de interés sobre lo que ocurre con respecto al Covid-19, pues en realidad nadie habla de la pandemia sino de disputas ideológicas y políticas. No es casualidad tampoco que esto sucediera después del asesinato del presidente de Haití ni unos meses antes de las elecciones generales en Chile.

Tener en perspectiva el aspecto político de la región nos permite comprender el “repentino estallido” de las protestas; hasta hace apenas un año los gobiernos progresistas y de izquierda en Latinoamérica eran apenas un resquicio de dignidad en la región, sin embargo el regreso del Movimiento Al Socialismo en Bolivia, la victoria de Pedro Castillo en Perú y los descubrimientos acerca del financiamiento de EEUU y el apoyo de Macri en el golpe de Estado en Bolivia ponen sobre la mesa viejas memorias del plan cóndor que sufriera Latinoamérica el siglo pasado.

A estos descubrimientos hay que anexar las investigaciones sobre el asesinato del presidente de Haití que derivaron en la aprehensión de un ciudadano norteamericano que reside en Miami como autor intelectual del atentado. Tenemos pues, un caldo de cultivo desastroso para el neoliberalismo en América del sur y el caribe, Colombia y Chile no tardarán en volver a la digna izquierda junto con Brasil, los Estados Unidos se están quedando sin aliados en el sur y Biden lo sabe.

El nerviosismo de los norteamericanos tiene que ver con perder influencia en la región, pues como sabemos, el gigante oriental, China, domina ya el escenario económico global y encima posee más del 50% de los bonos de deuda de los Estados Unidos, poniéndolos en una situación difícil para negociar internacionalmente. La influencia que está próxima a perder sobre el continente va a dejar a EEUU atado de pies y manos en el escenario internacional: una economía agotada con un modelo superado y que encima no ha logrado someter a una isla en 60 años no es precisamente el gigante que promete ser.

Estados Unidos y Joe Biden saben que de perder el sur de América no solo es perder influencia es la oportunidad que Cuba ha esperado por décadas para poder tener relaciones aún más estrechas en la región, no es casualidad que sean los gobiernos demócratas que vestidos de progresistas y glitter sean los más interesados en desestabilizar la región y atacar al pueblo soberano de Cuba.

Mientras escribo esta columna han surgido videos de cubanoamericanos con yates y armas que amenazan con atacar la isla, estamos parados frente a una coyuntura que nos demanda honestidad intelectual, política y ética. Es fundamental estar del lado de la soberanía del pueblo cubano, de la autodeterminación, es momento de pedir cese al criminal bloqueo que atenta contra todos los derechos humanos, posicionarnos en contra de la invasión por cualquier medio y recordar siempre que la revolución cubana y el futuro de Cuba debe recaer en su gente y no en los intereses norteamericanos.

¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!

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