No tengo más que preguntas
Elsa Guadalupe Flores Hernández
Me he enterrado con todas esas letras,
intentando descifrar un poco de este sentir,
intentando escribir un poco de mí.
No hay verso que apague el incendio,
porque el fuego soy yo queriendo tocar el cielo.
Debajo de la tierra intento ver las raíces
del monstruo que soy
por querer pensar,
hablar y reír de verdad.
Pues mujer he nacido y parir no he querido.
No tengo más que preguntas,
de su vida eterna que no está más que incompleta.
Inferiores se han sentido al morir
en la soledad de la idea ajena
creyendo ser dueños hasta de nuestro respirar,
mirando como bailamos
desnudas en el prado, seduciendo al árbol
que nos enseñó a enraizar.
El mundo aclama sus mentes,
tan lógicas, profundas y verdaderas
¿Qué puedo hacer yo si no tengo más que preguntas?
Oh será acaso ¿qué le temen a mi mente?
Pues no es lógica, profunda ni verdadera
y aun así mis palabras rompen con todas sus ideas.
Darle vuelta a la sombra
costo desplumarme el alma
rompí el jarrón donde me encontraba
y con lodo trace las curvas de las caderas
a la imagen de la luna creciente.
Un poco del sol llevo en el pecho
y de mis ojos el mar se asoma en cada oleaje
dejando el camino de sal que seguiré cuando esto acabe.
Durante décadas vague por el desierto
pensando que no soy más que lamentos.
Hasta que las estrellas me cantaron una noche:
—No tienes que temer,
te enseñaron las cosas equivocadamente.
En el espejo no hay vacío,
escúchame mujer, es momento de hablar.
Porque en tu voz hay verdad
y naciste para ganar
y tú cuerpo quiere gozar.
Amate mujer, eres vida
de tu vientre ha nacido el hombre,
de tus senos se ha alimentado
y de tus ojos aprendió a ver—
entonaba a mi lado.
Vague por el desierto durante décadas, es cierto
huyendo del rechazo de la eternidad
porque los valores que encontraron
mi rostro no los ha podido ver jamás.
Quieren ser eternos,
caminar sobre el mar
por eso crearon un lugar
donde pueden llorar y pensar,
donde no podemos entrar.
Quieren ser eternos
y ciegos están,
matándonos cual naturaleza
dejando rastro de su irracionalidad.
No tengo más que preguntas,
que llegan con la espuma del mar
y me quedó ahí, hasta que encuentro una respuesta
corro a contársela a mi madre que pronto partirá,
para que se vaya sabiendo lo que ellos creen que no sabemos.
Corro a contársela a mi amiga que me abraza sin parar
para que viva conmigo está realidad.