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Las cosas que importan

Por: Jorge Kahel Ruizvisfocri Virgen

México es el país de lo surreal, donde las cosas que se deben atender son ignoradas por gobernantes y ciudadanos, mientras que las estolideces se convierten en las discusiones presentes en la agenda pública. En esta semana se demostró que a los mexicanos poco nos importa que partes del país sean tierra sin ley envueltas en llamas si tenemos un chistorete para hacernos pasar el rato. 

Por días, la opinión pública ha estado vertida alrededor de la situación del avión presidencial, que pasó de ser un estrepitoso fracaso de ventas a una de las campañas más exitosas de relaciones públicas que ha visto México, pues con la falsa solución de una rifa, medios de comunicación, actores políticos e internautas han tomado turnos para demostrar la atrocidad que fue comprar el avión o la ridiculez que es venderlo, rifarlo o subastarlo. Y mientras que el presidente habló con los analistas y el público sobre el avioncito, hechos de violencia azotaron el país sin despertar el interés de nadie.

En una de sus mañaneras, López Obrador se tomó el tiempo para contar un cuento, que según él debería servir de base a telenovelas que describieran la corrupción de la compra del estrafalario avión presidencial. Sin embargo, omitió informar al país sobre su postura frente al brutal asesinato de músicos guerrerenses, que murieron calcinados en su propio camión mientras viajaban por los caminos de su propia tierra. Ningún lamento o promesa de justicia se escucharon del presidente, porque estaba ocupado explorado su faceta creativa.

Además, como si contar un cuento no fuera suficiente, nuestro presidente le conto a los medios de la gracia que le han causado los memes sobre el avión presidencial y se permitió una sonora carcajada para aliviar la tensión en la sala. Sin duda el presidente encuentra gracioso la situación nacional que a otros les parece preocupante; como a los habitantes del poblado chihuahuense de Las Pomas, quienes vieron como la mitad de las casas en su comunidad fueron incendiadas por un numeroso grupo de delincuentes que no encontró resistencia mientras destruía el patrimonio de decenas de familias y secuestraba a un número indeterminado de personas.

La respuesta de los medios y los ciudadanos no se hizo esperar: cierto medio de comunicación contactó a un investigador del área de física y matemáticas para que explicara porque era más probable que un asteroide impactará la tierra a que una persona en específico gane la rifa del avión presidencial, mientras que otro explicó como la rifa era una brillante estrategia para mostrarle a los mexicanos que el poder dejaba a las élites y se dirigía a ellos. Nadie se interesó por los 143 habitantes de Zirándaro desplazados por la violencia local; porque el tema de la semana es el avión, no el sufrimiento humano que se vuelve invisible en una cotidianeidad de violencia y falta de respuesta de los encargados de velar por la seguridad.

Muchas veces se ha denunciado que las mañaneras no son espacios de comunicación, sino una forma de prédica oficialista para legitimar al régimen, pero en esta semana se convirtieron en la meca de la irreverencia; pues mientras que mexicanos perdieron el patrimonio o la vida a lo largo y ancho del territorio nuestro señor presidente se dio el lujo de reír sendas carcajadas sobre los memes que le causaron más gracia frente a todo México.

Peor aún, este desdén se extiende hacia las decisiones del gobierno mexicano, pues mientras que los funcionarios federales se las ingenian para remendar los ropajes del emperador, nadie se preocupa por diseñar una estrategia de seguridad coherente, mucho menos por utilizar los recursos materiales y humanos de manera adecuada; pues en lugar de pensar en las necesarias intervenciones innovadoras que se necesitan para darle paz a este país, los recursos de seguridad federales, concentrados en la Guardia Nacional, se usan para cerrarle el paso a los migrantes centroamericanos que tratan de cruzar la frontera sur.

El punto de la situación es tan ridícula, que ya no enoja la improvisación en la planeación e implementación de las políticas públicas, porque lo que enoja son las risas de un presidente que tiene tiempo para ver los memes de una rifa inviable pero no tiene tiempo para diseñar una estrategia de seguridad que evite otra tragedia en tierra mexicana.

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