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No desde occidente

Por Rodrigo Chávez

La última semana ha sido una de las más convulsivas a nivel político internacional por la terrible noticia que todxs hemos visto a través de las redes sociales.  La toma de Kabul, Afganistán, por parte del Talibán ha sido algo que nos ha reventado mediaticamente en la cara y todxs han tenido gran ímpetu por mostrar sus posturas. Están quienes desde la izquierda aplauden que USA abandone, por fin Afganistán y quienes desde otros espectros, muchos de ellos también de la izquierda, ven horrorizades como las diversas luchas sociales que se ejercían en territorio afgano se han ido destruyendo desde la toma de la capital.

Hablar de otras latitudes es esencialmente hablar de cuestiones diversas y complejas para nuestra comprensión, caer en los reduccionismos de aplaudir o condenar desde la ignorancia no solo es irresponsable, es peligroso. Hemos ensuciado la conversación entre posturas y postureos en lugar de hacer un ejercicio honesto de introspección sobre lo que sucede en aquel país. 

El despliegue de egos y de complejo de superioridad hacia oriente está presente en cada tuit y en cada post que se han emanado, no ha habido gran reflexión sobre la cultura, los proceso socio históricos ni sobre el complejo panorama político que tiene Afganistán, nos hemos dedicado a señalar desde la comodidad de occidente lo que terriblemente ha sucedido. 

Pero, ¿entonces deberíamos guardar sepulcral y cómplice silencio? Creo que no, tampoco es solución desentendernos de lo que sucede pero sí nos corresponde no tratar de teorizarles la vida y el conflicto a lxs hermanxs afganxs, creo que no nos corresponde salir a decirles que no entienden de su cultura.

Al igual que mi posición como hombre cis hetero ante el feminismo y la lucha LGBTTTIQ nos corresponde como occidentales centrarnos en el estudio, en la autocrítica y en la escucha activa de quienes, desde adentro del conflicto, resisten. Es momento de asumir que no sabemos todo, que nuestras concepciones políticas, teóricas y morales quedan cortas a las realidades que enfrenta Oriente y que jamás nuestras flamantes respuestas podrán resolver la vida de quien no comparte condiciones ni mucho menos cultura.

Dejemos pues de usar nuestras propias luchas de liberación como espada en contra de lo que no entendemos, dejemos de usar las luchas por derechos civiles en occidente para sacar a pasear nuestra islamofobia, abandonemos de una vez por todas nuestro belicismo como respuesta inmediata y natural en territorios del mundo, dejemos de leer el mundo en términos que no llegan más que a la punta de nuestras narices.

Esto no es una defensa al Talibán, es un llamado urgente a la prudencia, al respeto y la empatía. Porque no, a nadie ayuda el vídeo de las personas cayendo de un avión, a nadie ayuda el discurso de que las personas que profesan el Islam son todas malas y hay que matarlas. Ha sido precisamente esto último lo que ha generado el dolor y suplicio del pueblo afgano.

Fue el belicismo occidental el que creó durante la guerra fría grupos como el Talibán, fue el miedo al otro lo que provocó que USA enviara más de 200,000 soldados que arrebataran la vida a Talibanes y pobladores afganos por igual. Todo por el “miedo a un ataque terrorista”. ¿Que nos hace creer que el origen del problema podría resolverlo?

Basta ya de comportarnos como los salvadores de conflictos que no entendemos, basta.

Sobre lo que deberíamos hacer si de verdad nos importa lo que sucede y queremos apoyar la opción es sencilla. Exijamos a los gobiernos de nuestros países al menos 3 cosas.

1.- Neutralidad bélica. Tenemos que entender que invadir Afganistán va a costar vidas humanas que son irreparables, no solo en los campos de batalla sino en ejecuciones por deserción al califato recién impuesto. Todas esas vidas que se pierdan serán responsabilidad directa de los países que incursionen militarmente.

2.- Grandes programas de refugio y asilo. Abramos urgentemente las fronteras del mundo, que no exista una sola persona proveniente de Afganistán que no tenga la oportunidad de ser acogide. Si occidente quiere ayudar a la gente tiene que, urgentemente, abrir las fronteras y asegurar vida digna a quienes buscan refugio. 

3.- Desconocimiento del Califato en ámbitos internacionales. Si logramos evacuar Afganistán con éxito podemos adoptar acciones pacíficas como es el desconocimiento de este nuevo califato en el ámbito internacional. No solo desde el estrado de la ONU sino desde el comercio y las múltiples posibilidades políticas que existen.

Más allá del morbo deberíamos estar exigiendo acciones no letales y humanitarias a los gobiernos del mundo. No más intervención militar, no más fronteras y sobre todo, no más islamofobia.

El pueblo afgano ha resistido históricamente a múltiples complejidades y no necesitan que occidente se involucre más, tampoco lo requiere ahora. Nuestra responsabilidad es  extender una mano amiga que no oculte tras de la espalda un tanque, que no cueste más sangre. Necesitamos, sin dudas, desprendernos del estigma islamico, de la xenofobia, del racismo y sobre todo de nuestro complejo de salvadores.

La solución del problema afgano llegará, de eso no hay duda, pero no desde occidente. Desde aquí solo hemos llevado muerte, terror y dolor a oriente medio, es momento de hacerse a un lado. 

¡Por la dignidad y liberación del pueblo afgano!, por la dignidad de todos los pueblos del mundo declaro aquí mi silencio prudente y mi escucha activa así como mis acciones al interior de mi país.

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