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Narco-Estado

Por Ángel Estrada

Narco-Estado. No hay conjunto de palabras que describan de manera más adecuada lo que a todas luces era evidente, y que ha quedado confirmado en el último año: al menos durante los dos sexenios que antecedieron a Andrés Manuel López Obrador, a México lo gobernó una clase política que no solo permitió que el narco se moviera libre por todo el país, sino que formaba parte de las estructuras más altas de éste y participaba de manera activa en la disputa territorial que ensangrentó y convirtió en una gran fosa común al país. Lo sabíamos, aunque sea entre especulaciones y teorías conspirativas: Calderón servía a unos y Peña Nieto a otros. Y ahí quedaba la conversación, entre verdades evidentes que serían difíciles de comprobar, porque entre las verdades de las que sí estábamos seguros, había una que se traducía en impunidad: las instituciones de justicia mexicanas jamás emprenderían investigación alguna contra esa clase política, ya fuese por incapacidad, o por falta de voluntad, misma que respondía a su cooptación o secuestro por la misma clase política.

Todo ha dado un giro en el último año; a finales del 2019 se detuvo en Estados Unidos a Genaro García Luna, quien fuera el hombre encargado de la seguridad pública del país de 2006 a 2012, y mano derecha de Felipe Calderón. Es acusado de conspiración, narcotráfico y vínculos con el Cártel de Sinaloa. Años atrás había sido señalado por periodistas, como Anabel Hernández, de tener una estrecha relación con Joaquín "El Chapo" Guzmán, y el capo Édgar Valdez, "La Barbie", lo acusó de haber recibido dinero del narco.

Si volvemos a los años del calderonismo, podremos encontrar que el Cártel de Sinaloa se volvió prácticamente intocable, y de hecho, creció y se expandió de manera acelerada durante ese tiempo. Por ejemplo, el grupo criminal con más detenciones en el sexenio de Calderón fueron los Zetas, con 609 de 2007 a 2010, mientras que el cartel de Guzmán Loera tenía sólo 114 consignados.

Sinaloa estaba protegido por las esferas más altas del gobierno. La llamada "Guerra contra el narco" en realidad fue una estrategia muy bien planeada y ejecutada para brindar de herramientas y poder a uno de los principales cárteles de la droga. El interés del gobierno mexicano estaba puesto en que la capacidad de producción, maniobra, movilidad y armamento era tal que el negocio, además de rentable, les dejaría ganancias sin precedentes.

García Luna fue más que un mediador entre gobierno y cárteles; era uno de los principales operadores del trasiego de la droga a Estados Unidos, y su poder solo se vio debilitado hasta que la nueva administración priísta llegó a mover el timón en favor de otro grupo delictivo: el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Hace unos días fue capturado Salvador Cienfuegos, quien se desempeñó como Secretario de Defensa Nacional en el sexenio de Peña Nieto. Su detención marca un hito en la historia contemporánea, al ser el primer general ex secretario en ser detenido. Fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles, luego de diez años de investigaciones de la DEA, donde lo conocían como "el padrino". Cienfuegos es acusado de narcotráfico y otros cargos relacionados a ello.

Como García Luna, Cienfuegos operó para un cártel de la droga y facilitó el trasiego de droga hacia EEUU.

La relevancia de esto radica en que se cree que el ejército es intocable, y lo es, aquí en México. De esta manera se rompen los mitos que a la fecha el oficialismo sigue sosteniendo, sobre que el ejército es incorruptible. Se sabe también, porque ha sido una constante en el comportamiento castrense, que el ejército ha sido cómplice de actos violatorios de derechos humanos en repetidas ocasiones desde mitades del siglo pasado a la fecha.

Preocupa que hoy se confirme que un alto mando del ejército estaba coludido con grupos criminales, y que trabajaba para ellos, cuando hoy el ejército está más presente en la vida pública del país, gracias a adjudicaciones directas para infraestructura y tareas de seguridad que el presidente Andrés Manuel les ha delegado.

La negativa de AMLO para hacer una depuración de las fuerzas armadas también preocupa. Esto me obliga a volver al pasado, cuando planteaba lo alarmante de que el presidente, quien como candidato llamó a regresar al ejército a los cuarteles, estuviera inmiscuyéndolos hoy en prácticamente todas las tareas gubernamentales, pues, como dice Rodrigo Chávez, tal parece que se trata de comprar una lealtad que de otra manera pondría en riego la gobernabilidad y la democracia del país.

Si es así, al parecer estamos atados de manos ante un ejército lleno de poder y, muy probablemente, lleno de nexos con el crimen organizado. El terror.

Ojalá que la detención de Cienfuegos sea el parteaguas para el esclarecimiento de muchos delitos cometidos por las fuerzas armadas mexicanas. Ojalá también las instituciones de impartición de justicia mexicanas sean fortalecidas para que el vecino no tenga que hacer la tarea que a nosotros nos corresponde.

Ojalá estas detenciones y eventuales juicios sean el punto de quiebre donde quienes impunemente lucraron con la vida y la seguridad de millones de mexicanos, en perjuicio del Estado mexicano, no regresen nunca al poder y sean castigados de acuerdo a sus crímenes

Felipe Calderón y Peña Nieto. Ojo.

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