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Maternar en resistencia

Por Elsa Flores

No pude evitar caer en el patrón del deseo pasado por ser consciente, más que por pertenecer a un algo. Poder huir antes del daño, y pensamos, en que tal vez si el feminismo hubiera llegado antes nuestra versión pasada no fuera referencia de un atroz colapso causado, una vez más, por algún hombre. Resulta lamentable que lo vivamos, pero también que pensemos de esa manera. Hemos llegado a una explicación academicista de un patriarcado que nos dice cómo ser, les enseñamos a las generaciones que ‘‘el patriarcado es una juez que nos juzga por nacer’’ y después aterrizamos la idea sobre que mayormente los hombres son los que encarnan y reproducen, pero ¿quién es el patriarcado? Si ya nos encargamos de decirle ‘‘él’’ pero aún seguimos sin verlo. Ya hasta se ha ideado una crianza feminista y esto es justo de lo que me gustaría escribir.

Antes que nada, deseo comenzar con la definición de la autora Esther Vivas: ‘‘es una maternidad desobediente, una maternidad insumisa, que rompe con los arquetipos que nos han impuesto a lo largo de la historia, que rompe con la maternidad patriarcal que ha encerrado a las madres en el hogar y que ha infravalorado el trabajo de los cuidados. También creo que es aquella que rompe con la concepción neoliberal actual de la maternidad en la que la crianza y el cuidado quedan supeditados al mercado.’’ Y nos retumba en la cabeza todo el sentido del mundo que la maternidad sea feminista, pero regresamos una vez más a hablar desde los privilegios olvidando a las 24.4 millones de mujeres pobres que viven en México.

No por eso quiero decir que estás no estén enteradas de lo que sucede en las calles el 8M o hasta se autodenominen feministas, sino que justamente estar dentro de un círculo de pobreza es factor para que se desarrollen más violencias y se vuelva más difícil poder salir de ahí. Pienso en la reacción agresiva que se tiene socialmente hacia las feministas queriendo deslegitimizar el movimiento, por lo cual la maternidad o crianza feminista genera rechazo y más por el significado. La maternidad será deseada o no será, y vaya que muchas veces no lo es. Hay bebés naciendo en este momento por causa de violación y se sigue hablando sobre como tendrá que ser el futuro de esa maternidad. Dejemos de centralizar los mecanismos y discusiones, el feminismo nos abraza a todas, ahí es dónde debemos comenzar a movilizarnos para tejer redes.

Si bien, ni amo ni marido ni patrón ni Estado, se nos olvida que de esta manera se siguen relacionando mujeres en la República mexicana. Es por eso que al descentralizar el feminismo podremos transformar. El Estado como organización política para ordenar y administrar la vida en sociedad no nos representa, pero dejarlo en el aire estaríamos dirigiéndonos a un socialismo o anarquía, organizaciones políticas que han sido planteadas y luchadas por hombres que no velan por nuestra integridad como mujeres. Por lo cual, aterrizar un Estado en un futuro inmediato con adecuaciones donde podamos tener campo de acciones entre mujeres nos da pie a generar mecanismos que podamos irnos rescatando de estos ámbitos de violencia.

Esta idea la conecto con el reconocimiento que debemos obtener por parte de organismo más grande dentro de un país y que agilizara la forma en la que se nos recibe en las instituciones. Una persona que no tiene miedo al gobierno tiene la suficiente fuerza para poder romper con los arquetipos impuestos históricamente y a romper con la maternidad patriarcal. Mi objetivo no es restarle valor a los grupos de mujeres que se mueven de forma independiente para poder brindarle estas herramientas a las demás, sino hacer notar la importancia que se tiene por la recuperación de la confianza gubernamental para que no se nos vulnere más.

Tengamos en mente que es un movimiento social y político, pero no por eso cada acción debe tener sus apellidos. Los estandartes en ocasiones hacen que se olviden lo que realmente importa, en este caso somos nosotras como mujeres y no como tal en la maternidad porque una mujer que es consciente de lo que vive día con día y ha sanado sus heridas puede criar a mujeres y hombres capaces a que la violencia en las futuras generaciones disminuya. Pensamos tanto en el futuro que se nos olvida el presente y la forma en que lo enfrentaremos colectivamente. Estamos aquí presentes germinando para florecer.

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