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Todos los gatos son pardos

Por Rodrigo Chávez.

Por allá de los años 90 Caifanes cantaba que “de noche todos los gatos son pardos” y es a ciertas horas, en medio de la oscuridad y con todas las condiciones a favor pareciera imposible adivinar el color de estos felinos que merodean las calles en busca de alimento. 

Pero esto no es un texto de biología ni vamos a explicar el por qué de las tonalidades de pelaje, mucho menos la poca habilidad humana para visualizar en la oscuridad, más bien vamos a hablar del gatopardismo como un vicio político. Se denomina gatopardismo al hecho o mejor dicho, fenómeno de cambiar todo para que nada cambie, como con la similitud de los felinos.

A pesar de poder nombrar un sin fin de ocasiones en las que el gatopardismo ha sido la norma de la política mexicana me gustaría abordar puntualmente el que existe dentro de MORENA, un partido que se ostenta de ser movimiento, que está fundado desde principios de pluralidad, sí. Pero también abiertamente de izquierda y que, en el papel, busca un cambio de la vida pública y política del país pero que en la práctica ha quedado corto en cumplir sus propias expectativas.

Tal vez uno de los escándalos más grandes de este año tiene que ver con la afiliación de Manuel Espino; el político duranguense abandonó el PAN para afiliarse a MORENA con vistas de poder pelear la candidatura a la gubernatura que se disputará el próximo año sin embargo los encargados de determinar el proceso de selección de candidatos no permitió que esto sucediera. Un ex dirigente del partido de derecha, con claras inclinaciones por Felipe Calderón, con tintes fascistas y que encima fue emanado de las filas del Yunque no debería haber podido afiliarse a un partido progresista, lo menos que pudieron hacer para salvaguardar la integridad fue negarle la candidatura.

Sin embargo, hay otro gato pardo oculto entre las curules del Senado. Hablo, desde luego, de Ricardo Monreal; es bien sabido por la militancia y los simpatizantes que gran parte de los resultados obtenidos en la CDMX este año tiene que ver con la influencia, tanto por comisión como por omisión, de Monreal. Sandra Cuevas es una de sus protegidas que, desde antes de su gestión como delegado en Cuauhtémoc ha sido leal a Monreal y quien, casualmente, fuera elegida como candidata del frente Va X México las pasadas elecciones.

Lo sorprendente, desde afuera, es la reciente foto que Lía Limón compartió en sus redes sociales en la que junto a Sandra Cuevas se puede ver a un Monreal bastante sonriente. Una foto puede ser solo una foto pero en el ámbito político en el que las cosas más oscuras y los trucos más sucios pasan en lo privado para posteriormente salir a la luz podemos deducir que esta foto en particular no tiene que ver con un inocente encuentro sino con el abierto reconocimiento a alguien que jugara un papel importante para que ambas llegaran al lugar que ocupan.

Esto se torna peligroso a medida que se acerca 2024 pues con las claras aspiraciones de Ricardo y su amenaza de que no ser elegido candidato por MORENA estaría dispuesto a irse a otro partido se perfila ahora como el único candidato serio y con posibilidades reales de competir desde la alianza PRI-PAN-PRD. La base social de Monreal y su operación política tanto en territorio como en el senado lo perfilan como el mayor enemigo de los morenistas pues aunque aparente estar de guinda hemos visto como su pelaje es capaz de mimetizarse con el ambiente. Yo insisto, de noche todos los gatos son pardos y a Monreal se le empieza a ver un pelaje amarillo con azul bastante nefasto.

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