top of page

La cumbre

Por Rodrigo Chávez

Estamos a tan solo cuatro días de que se lleve a cabo la llamada cumbre de las américas en California, USA y la lista de invitados aún no está determinada. Joe Biden comenzó declarando que Nicaragua, Venezuela y Cuba no tendrían invitación a la cumbre hasta que no claudicaran en lo que los Estados Unidos determinan (de manera unilateral) como una democracia.

En respuesta de esto el presidente Andrés Manuel, Xiomara Castro (presidenta de Honduras) y Luis Arce (presidente de Bolivia) declararon que no acudirían personalmente a menos que sean invitados todos los países, aún si eso representaba una incomodidad para el presidente estadounidense. El posicionamiento impulsado por Andrés Manuel tuvo un impacto que se replicó no solo en la adscripción de los ya mencionados sino en Argentina y en Chile quienes se declararon en favor de la petición de AMLO.

En palabras de Andrés: “No podemos concebir una cumbre de las Américas si no consideramos a todos los países, no sería una cumbre general”. El problema viene arraigandose desde el año pasado cuando en la cumbre de la CELAC, de la que fue sede México, se invitaron a los mandatarios latinoamericanos sin excepción. Así pudimos ver a Miguel Diaz Canel y a Luis Lacalle en la misma mesa. En su momento escribí que la OEA tenía los días contados si la CELAC se fortalecía y se adscribia como un foro en el que caben todos los países de latinoamérica. Hoy lo compruebo.

El liderazgo regional que México ha mostrado es, sin lugar a dudas, inapelable y darle un espaldarazo a la pluralidad natural es urgente en una coyuntura en la que la propia OEA ha apoyado proceso antidemocráticos y puesto en peligro la estabilidad de algunos países de la región. No puede no considerarse la presencia de las disidencias regionales para no hacer quedar mal a Estados Unidos. Los tiempos han cambiado y Joe Biden parece comenzar a entenderlo pero no lo suficientemente rápido.

La información vertida hasta la redacción de esta columna dice que Biden sigue considerando la propuesta de México porque lo considera un país aliado muy cercano, que es una manera muy diplomática de decir “tenemos miedo que al anunciar la lista y no incluir a Cuba México se baje de la cumbre y le sigan muchos otros países”.

La influencia de Estados Unidos sobre latinoamérica es cada vez más complicada y los liderazgos locales han comenzado a surgir, aunado a esto hay que considerar la reciente derrota del intervencionismo estadounidense cuando Joe Biden tuvo que pactar la compra de crudo con Nicolás Maduro para tratar de hacer frente a Rusia y cumplir con las sanciones impuestas a nivel mundial.

La posición del gobierno de Biden no es sencilla, por un lado apostarle a la pluralidad (que es lo correcto) le costará electoralmente al mandatario estadounidense sobre todo en los sectores de derecha que verán con malos ojos la presencia de lo que por mucho tiempo ha sido delimitado como el enemigo de los Estados Unidos. Pero no aceptar la necesidad de la presencia completa de países de la cumbre costará a nivel internacional y regional pues permitiría ver el retroceso que ha tenido el país como potencia.

Si Biden acepta una cumbre vacía legitimará, sin quererlo, la cumbre de la CELAC y acelerará la caída inminente de la OEA como un mecanismo de influencia e injerencia regional. La pregunta verdaderamente interesante es ¿Biden apostará por la muerte de la OEA o por complicarse la búsqueda de la reelección? Desde este espacio me gustaría ver claudicar la hegemonía estadounidense y poder tomar las riendas de nuestra América, como lo dijo José Martí hace ya bastante tiempo.

bottom of page