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Metro y rima

Por Melissa Cornejo.

Retrato indiscutible

Del minero que al pasar

Hizo de mi garganta su hogar.

Con su pico hiere

Rompe y escarba mis paredes.

Pone el dedo en la llaga y hace mi vida estallar.

 

Atormentado hombre el

Minero

De pasatiempo roedor.

Profesional demoledor

Experto desmenuzando tres palabras

Que luchan por salir de mi descarchada boca.

 

El minero mal pagado

Con sueños de ser carpintero

O cualquier otra cosa,

Cantar un bolero

Y ser del montón.

 

Pero, aquí

¿qué buscará el minero?

Si mi cuerpo no es mina de oro

Y de oro no son mis entrañas.

Pobrecito minero.

Que pierde el tiempo sin saberlo.

Y perdiendo se encuentra aquí dentro.

 

Minero, pobre.

Minero come polvo,

Minero cansado.

Minero que a su vez tiene en ruinas su interior.

Pobrecito minero.

Tan pobre, que olvido el daño que hace.

Tan desdichado, que olvido la pena propia.

 

Minero obediente a la fuerza extraña.

Minero que cava un abismo.

Miserable hombre el minero que en mí vive.

Hago mía su pena, lo acompaño en su dobla.

 

Y esta historia tan triste

Es, a su vez, el mejor pretexto.

Para hablar del minero, y olvidarme de mí.

 

Olvidar que el minero me deja sin voz,

Y así no te puedo decir

Que me aúllas debajo del pecho,

Que sigues vigente en cada latir.

 

Que al mirarme a los ojos, Roma

descubre que poco sabe de ruinas.

Y el desgraciado come polvo sonríe al

Adivinar que la verdadera desgracia no habita en minas,

El dolor verdadero, tiene metro y lleva rima.

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