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LAS SUFRAGISTAS

Por Elsa Flores

Pienso en nosotras, las hijas de las madres trabajadoras doblando turnos para que pudiéramos tener una mejor vida, enseñándonos a guardar silencio como cuando ellas fueron violadas o golpeadas. Pienso en su miedo que heredamos al salir para la calle y subir solas a un taxi, en la forma que se nos considera cosa y no persona, y se nos quitan derechos y se nos pone un marido como correa porque temen que nuestra libertad derrumbe los privilegios donde están parados.

Las madres trabajadoras que estuvieron ausentes durante la infancia de sus hijas e hijos son las que nos enseñaron, sin querer, la clase de vida que podíamos tener al seguir con la cabeza baja, aunque nos susurren por las noches que no dejemos de soñar el día de nuestra emancipación pero dejando que les sigamos sirviendo el plato de comida.

Nosotras las hijas, que también fuimos violadas, golpeadas, acosadas hemos encontrado algo más que tristeza: rabia. Porque es esté sistema quién nos aleja de la dignidad, nos quema la piel en el trabajo y enseña hacer un guisado para darles de comer. Es este sistema quién nos obliga a parir para el patrón, robándonos los deseos de ser más que madres o esposas de alguien. Porque somos nuestras, estamos completas y bastantes cuerdas para tomar decisiones, para escribir leyes y ser escuchadas, se lo debemos a nuestras madres, a nuestras abuelas y a todas las mujeres.

La guerra es el único lenguaje que los hombres entienden, dicen en la película, y pienso, también, en un México feminicida que gasea y dispara balas de goma a las manifestantes, pienso en una unam misógina que sigue encubriendo a nuestros agresores, pienso en los hombres que me gritan por la calle, en los que han tocado a mis amigas, los que nos han hecho creer que es nuestra culpa. ¿Está guerra quién la acabara? Si solo nos estamos defendiendo ante la violencia que nos atraviesa, para no abandonar la lucha y que sean nuestras hijas las que puedan vivir tranquilas sabiendo que nunca serán tocadas.

Tan histéricas que somos históricas, rompiendo vidrios, quemando puertas, cayendo en lágrimas por el sentimiento de libertad que jamás hemos pensado tener, pero estamos logrando saborearlo. Nos abrazamos, porque no estamos solas y hemos encontrado a una amiga que nunca hemos visto su cara, pero gritará justicia cuando algún día seamos nosotras las que hagamos falta.

Parece, que las sufragistas siguen manifestándose con nosotras en las calles. Porque queremos más derechos aparte del voto.

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