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Mujeres económicas racionales

Elsa Flores

Para todas las mujeres a las que el capital patriarcal las hace contar el dinero del monedero por la mañana y, con digna rabia, tomaron el metro como protesta. Su lucha, no queda olvidada con esos listones amarillos porque mi corazón arde al saberlas dueñas de su propia historia concientizando a las que se sentían ajenas.

Será que el transporte subterráneo nos hace ir de prisa para asomar la cabeza a la calle de nuevo, tal vez, la música a todo volumen en los auriculares convierte en un baile el transbordo donde se va esquivando al tiempo y es por eso que dejamos atrás a todo aquello que no gire como el reloj. Se camina rápido, se trabaja aún más rápido y se vive rápido, así la ciudad desgasta a toda persona que habite en ella, así la ciudad se encarga de que ocupes cada minuto intentando recorrerla a través de túneles para llegar algún lugar, ninguno en especifico donde puedas estar en paz, ninguno en especifico que pueda resolver la precariedad, ninguno en específico donde realmente puedas habitar. Y te quedas parada detrás de la línea escuchando como el tren viene acercándose acompañado del viento que choca con tu cabello ¿a qué lugar irás ahora?

El metro, es un espacio de encuentro donde todos vamos revueltos y hace más de un año se convirtió en un espacio de protesta sobre la violencia económica que se vive en México por ser mujer. Los pasillos, transbordos, estaciones, salidas y cualquier lugar se llenaron de mujeres que vendían variedad de artículos para poder sustentar los gastos de una o demás vidas, en el piso encuentras a madres alimentando a sus hijos que aún cargan en brazos o cobijas donde las infancias pueden conciliar el sueño, aparecían letreros demostrando la inconformidad de una sociedad machista en la que las mujeres somos las primeras en perder el empleo y que en la pandemia se demostró. ¿Cómo llegaron estás mujeres? Pareció un suceso que nadie comprendía, ni que les importara dale solución, como sociedad con alto porcentaje de desempleo y pobreza se nos es normal la economía informal. ¿cuánto daño podría hacerle unos cuantos grupos de mujeres organizadas vendiendo dentro de las estaciones del metro? No pasaba nada, hasta parecía ser parte del entretenimiento cotidiano donde podías bajar la velocidad en el transbordo para echar un ojo a lo que se vendía y si algo te gustaba lo suficiente pues lo comprabas.

Y como somos tantas personas en una ciudad tan chiquita el transporte público siempre va a reventar, por lo que el metro con la importancia que tiene en el traslado cotidiano se convirtió en un buen lugar para que mujeres, quienes nadie sabía de dónde habían salido, comenzaran una protesta denunciando la precarización y, al mismo tiempo, nombrándose capaces de ir en contra de un sistema patriarcal. Con el paso del tiempo fueron aumentando el número de puestos, cada día en alguna estación aparecían mujeres para tender en el piso una pedazo de tela y poner encima lo que fueran a vender, las autoridades comenzaron a querer limpiar este caos que se les había salido de la mano pero es que en realidad lo que se buscaba era no volver a atender los problemas de las mujeres, en específico, la violencia económica que paso de ser una situación normal en el ámbito privado de los hogares a demostrarse en el espacio público la realidad está en que son muchas las mujeres afectadas. Hace algunas semanas, cuando llegué a la estación Pino Suarez me encontré con que ya no había ninguna de aquellas mujeres valientes que alzaron la voz, al contrario, estaban esas cintas amarrillas acordonando su espacio de lucha y cada cierta distancia la presencia de algún policía con careta y escudo. Las quitaron, como si fueran un foco fundido dentro de las instalaciones, ahora solo existe ese murmullo ausente de las multitudes que caminan a gran velocidad de nuevo.

Este texto no tiene la función de narrar la historia de un suceso social al que no pertenezco pues ellas son las únicas que podrían describir como es la lucha, sino, dentro de mis posibilidades me gustaría recordarlas no como las mujeres a las que una estructura patriarcal y de país atrasado no las volteo a ver, sino como las mujeres que rompieron con este concepto de hombre económico racional pues fueron ellas quienes demostraron a la sociedad, al gobierno y a ellas mismas sus capacidades de poner en pie la autonomía y determinación que late en el corazón de cada una de nosotras para romper con violencias que se viven en las relaciones de pareja, en la familia, en el transporte público, etc y crear redes que nos salven y denuncien lo que se vive al ser mujer en México. Somos mujeres económicas racionales, con voz, con rostro, con historia, con sueños, con ideas, con una vida tan valiosa para conservarla.

Fotos de Andrea Murcia

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