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Las mujeres que somos

Elsa Flores​

¿Por qué hablar en plural cuando queremos hablar de nosotras? Pienso, entre segundos mal contados con lunas incompletas, que para hablar de mí primero debo de hablar de mi madre y de mis amigas que atraviesan la aguja en la piel cada que siento me deshilo una vez más. ¿En dónde termino y empiezan ellas? Si mi corazón palpita rítmicamente con sus pechos cada que el abrazo se vuelve dialogo y esos golpecitos son pasos a la distancia, si en cada silencio agudo encuentro compañía en alguna de ellas.

Creo, con gran inquietud, qué entonces no sé quien soy fuera de mí que en realidad somos nosotras y aquellas a las que el tiempo mando por correspondencia. El mundo que he construido ya no se encuentra rodeado de muros porque ahora las enredaderas han traído mariposas blancas con el dorado sol para hacerme ver el cielo que nos conecta. La preocupación gira entorno a la historia atravesada en cada una de nuestras cuerpas, y lo difícil que ha sido derribar esos muros para vernos reflejadas en la vulnerabilidad que nos hace sentir vergüenza por ser ellas: las otras, las relegadas, las maltratadas, las no amadas, las mujeres.

En mí habitan mil mujeres, diría R. Roffiel, y yo complementaria diciendo que habito en mil mujeres, para descartar el sentimiento de incomprensión que me creo a mitad de la noche, para aliviar la soledad con la que a veces lavo mi cabello por las mañanas y para amar la ansiedad con la que no me siento amada. Soy mil mujeres, con mil historias envueltas en el agua donde los rostros reflejan más que un destino. Soy mil mujeres, con quienes he aprendido trenzar el cabello para que la tristeza quede ahí atrapada y no llegue al corazón.

He muerto con mil mujeres, al ser golpeada en la sierra por mi marido que llego pasado de alcohol en la noche y quiso penetrarme como hace la semilla en la tierra. He muerto con mil mujeres, cuando haya por Juárez mis restos están en una barranca después de la curva a 20 min de donde vivía con mi pareja. He muerto en mil mujeres, en cama desangrada por un aborto que no podía pagar y por un hijo que no podía amar. He muerto con mil mujeres, en el silencio de un matrimonio violento donde deposité todas mis metas de vida, donde me convertí en madre y esposa, pero jamás supe que persona era. He muerto con mil mujeres y las siento a todas gritar dentro de mí, revolviéndome las entrañas para no olvidar sus vidas.

Ahora, que existo fuera de la individualidad soy todas las mujeres que han existido en mi vida, ya sea por un minuto o las que dejaron versos en el aire, las que solo vi una vez o escuche su risa en el transporte público, soy ellas y ellas soy yo. Estas son las mujeres que somos.

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