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¡Adiós 2019!

Por Ángel Estrada

 

2019 se extingue como lo hacen las lámparas de gas. Se lleva consigo innumerables recuerdos de todos los días transcurridos y todas las veredas caminadas. Como cada año, el olor a tierra húmeda penetra en lo más profundo de la memoria al pensar en la larga temporada de lluvias, y pensar en el calor en estos tiempos fríos se vuelve una añoranza para muchos. Me gustaría, antes de entrar en materia, desear a quienes leen este texto que sus corazones se inunden de magia y calor en estas fiestas, y que el año que está a punto de comenzar venga cargado con solo lo mejor para ustedes y para quienes quieren y les quieren.

 

En esta breve columna voy a enfocarme en una pregunta que suele estar en boca de muchos a finales de cada diciembre: ¿quién es el personaje de este año? Y para delimitar un poco más me enfocaré en el ámbito internacional. En ese sentido coincido con muchas personas: el personaje del año es la gente que decidió que 2019 sería el año de los movimientos sociales, quienes los impulsaron y quienes fueron partícipes de ellos.

 

Nuestra generación puede llamarse afortunada por ver el renacer de ideales que buscan por todas las vías crear mejores instituciones, impulsar mejores gobiernos, más y mejores prácticas democráticas en todos los niveles gubernamentales, mejores oportunidades de trabajo, mejores salarios, mejores condiciones de vida, menor desigualdad, mayor equidad, menos violencia, y apelando a la muerte de los discursos de odio propios del fascismo.

 

Movimientos sociales nacidos de la sociedad civil, incluyendo obreros, campesinos, mineros, estudiantes, médicos, etc., vistos en Francia, Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia, son solo algunos ejemplos de lo que los pueblos alrededor del mundo pueden lograr cuando deciden organizarse y exigir condiciones de vida dignas. Y aunque se han enfrentado a una profunda represión y violencia, lejos de claudicar, se han mantenido de pie dispuestos a enfrentar golpes provenientes del poder.

 

2019 es la prueba de que dichos movimientos tienen efectos y logran cambios cuando la constancia se convierte en bandera de lucha. Los movimientos sociales no solo son un derecho, sino que son necesarios en cualquier sociedad democrática.

 

2019 también envía un mensaje fuerte a los años por venir: no se debe claudicar cuando se lucha por justicia. Todas las personas que han participado de los movimientos sociales a lo largo del mundo pasarán a la historia como los agentes de cambio que se necesitan cuando un nuevo orden mundial está configurándose, en donde nuevas potencias económicas surgen y varias preocupaciones se agudizan, como el cambio climático. En ese sentido, es digno de reconocerse la influencia que ha tenido Greta Thunberg a sus 16 años para que los gobiernos del mundo escuchen y se replanteen lo hecho (o no) hasta ahora en materia ambiental. Quiero hacer una mención muy especial al movimiento feminista en el mundo: después de siglos de violencia sistemática, hoy vemos como nunca antes a millones de mujeres a lo largo de mundo portando un pañuelo verde o morado, gritando, rayando, derribando, y exigiendo lo mínimo: que sus derechos fundamentales sean respetados, incluyendo los derechos reproductivos. “Las Tesis”, un colectivo feminista chileno, creó un himno contra la violencia patriarco-machista, que después de unos pocos días ya se había replicado en muchos países, incluyendo el parlamento de Turquía, un país donde no se garantizan los derechos fundamentales para las mujeres. “Un violador en tu camino” no solo es un performance, es una protesta vigorosa y poderosa, que pone en evidencia la ausencia del Estado en sus obligaciones de proteger a sus ciudadanas. No me corresponde hablar más de este movimiento, pero sin duda lo hecho por millones de mujeres en todo el mundo es un gran parteaguas ante lo que viene en 2020.

 

En conclusión, 2019 fue nuestro año, el de la sociedad civil. Demostramos el poder que tenemos como ciudadanos ante cualquier gobierno autoritario, provenga de la corriente que provenga. Mi deseo es que no lo olvidemos, que lo tengamos presente, que sepamos lo mucho que podemos lograr como pueblo organizado. Mi deseo también es que el sentido de justicia, el aspirar a la paz, a la igualdad y a mejores condiciones de vida sean nuestra bandera, y que esta sea ondeada a lo largo de las mayores avenidas, en las cordilleras, en los desiertos, en todas las plazas y hogares.

 

 

¡Feliz 2020!

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